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La guitarra la dejaría en casa. Las visitas al bar Veloso, en Río de Janeiro, luego llamado Garota de Ipanema en homenaje a su legendaria canción de bossa nova, pocas veces fueron para trabajar.
“Nunca traía la guitarra, venía a disfrutar”, recordó Manuel Alves Inácio, propietario del Garota de Ipanema desde hace 37 años y que muchas veces le sirvió su whisky. “Le encantaba”, dijo a la AFP.
La vida de Marcos Vinicius da Cruz e Melo Moraes, el “poetinha” como le gustaba ser llamado, comenzó un 18 de octubre de 1913. Murió el 9 de julio de 1980 en su casa en el barrio de Gavea, cerca de Jardín Botánico.
Brasil rinde hoy numerosos homenajes en honor a este poeta, diplomático y compositor de inmortales canciones, como “Garota de Ipanema”, “Chega de Saudade”, “Se todos fossem iguais a você”, “Eu sei que vou te amar”, una música esencialmente carioca pero que muchos en el mundo pueden al menos tararear.
La faceta más conocida de Vinicius fue sobre el escenario, pero en su juventud fue un poeta que exaltó de forma apasionada los sentimientos y desnudó el lado más oscuro del hombre. “Para eso fuimos hechos / para recordar y ser recordados / para llorar y hacer llorar / para enterrar a nuestros muertos”, reza su “Poema de Navidad”.
“Vinicius nunca supo vivir sin poesía, en la rapidez de lo cotidiano casi nunca cabe la poesía, pero a él lo acompañaba siempre”, dijo a la AFP Toquinho, cantante y compositor con quien trabajó su última década de vida.
Su carrera diplomática comenzó en 1943. Trabajó en Los Ángeles, París, Roma y Montevideo y salió del servicio expulsado por el gobierno militar (1964-85). En 1953 escribió la obra de teatro “Orfeu Negro”, premiada en São Paulo y representada en 1956 con escenarios del arquitecto Oscar Niemeyer.