Borrando fronteras con el jazz

Las fronteras son límites pero el jazz es libertad. Eso lo demostraron, una vez más, el cuarteto Joaju y el saxofonista español Perico Sambeat, quienes llevaron al público por un viaje musical entre España y Paraguay.

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Pasaron unos minutos después de las 20:30 y el telón del Teatro Municipal se abrió, el viernes pasado. Un grito y los aplausos del numeroso público cortaron el silencio. En escena aparecieron Víctor S. Morel (batería), Giovanni Primerano (piano), Bruno Muñoz (saxo), y el nuevo integrante Nicolás Cañete (contrabajo y bajo eléctrico); quienes presentaron nuevamente en Paraguay al saxofonista español Perico Sambeat.

El concierto se inició con el marcado estilo de Joaju, un jazz pulcro y de buena calidad. Sambeat añadió su maestría, para un comienzo bien de arriba al son de un tango español, para un tema sin nombre. De hecho Morel asumió y advirtió, entre risas, que como los temas eran muy recientes y fueron creados especialmente para esta ocasión, muchos no fueron nombrados.

Un tanguillo siguió en el repertorio, haciendo notar Víctor la similitud con la música paraguaya en 6x8. El dúo de saxos al frente destiló mucho brillo y claridad en las notas, en tanto piano, contrabajo y batería se paseaban a su gusto, sacando lo mejor de cada talento.

Luego llegó “Ko’êro”, una frenética polca, estreno de Muñoz, donde resaltó el saxo tenor de Perico, con mucho carácter y personalidad. Al sumarse Bruno, el dúo resultaba explosivo. En un tramo de la obra, Morel y Cañete tuvieron un mano a mano y el público estalló en aplausos.

Con una emotiva introducción de piano, Primerano estrenó un tema propio, ejecutado de manera sublime junto a Sambeat, en una parte tranquila pero no menos virtuosa, del concierto.

Tras expresar Perico su felicidad por volver a Paraguay, presentó su vigoroso tema “Danza Guaná”, lleno de energía y pasajes de saxo serpenteantes. La gente aplaudía y los músicos transmitían satisfacción, con este estallido de buen jazz.

La nueva guarania “Nas”, de Cañete, llegó después, sacando a relucir un costado bien apasionado de Joaju. El final se dio con una bulería, llena de efusividad y picardía. Los momentos pianísticos daban siempre un tono de frenesí, y el bajo eléctrico resaltó la fogosidad de este palo flamenco.

Este reencuentro vino así cargado de nuevos temas donde, gracias al jazz, no existieron límites y los músicos dejaron volar su creatividad en músicas donde el flamenco y la polca paraguaya sonaron más hermanadas que nunca.

victoria.martinez@abc.com.py

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