Este tipo de egresos, también denominados inflexibles, se caracterizan por su obligatoriedad y escasa capacidad de ajuste a corto plazo, condicionando significativamente el manejo de las finanzas públicas.
Al desagregar los datos y conforme con el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), se observa que las remuneraciones básicas representaron el mayor componente individual, con G. 7,516 billones en transferencias bajo Fuente 10. Este monto equivale al 36,7% de los recursos ejecutados por el Tesoro Nacional en el semestre, y al 23,8% del total de transferencias de todas las fuentes de financiamiento (G. 31,966 billones).
Si se suman otros conceptos relacionados al pago de personal, como las remuneraciones varias y otros servicios personales la participación es del 51,6% con recursos propios y el gasto global en recursos humanos asciende a más de G. 10,871 billones, lo que refleja el peso estructural de este componente en el presupuesto estatal.

A los mencionados se suman las transferencias destinadas al servicio de la deuda, que también forman parte del conjunto de gastos rígidos. En el caso de la deuda interna, se transfirieron G. 338.699 millones con Fuente 10, mientras que la deuda externa absorbió G. 3,122 billones, siendo este último el segundo mayor rubro individual bajo esta fuente (16,9%).
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Al considerar el total transferido por ambos conceptos con todas las fuentes, ascendió a G. 5,905 billones. Además del pago de la Deuda Flotante 2024 de G. 1,835 billones con recursos propios (9%) y G. 2,377 billones en general.
Por otro lado, la transferencia para jubilaciones y pensiones totalizó G. 2,279 billones solo con Fuente 10 (11,1%), y alcanzó G. 4,269 billones al considerar todas las fuentes. Este rubro constituye una de las obligaciones más sensibles del Estado, con escaso margen de modificación sin afectar derechos adquiridos.
Los recursos destinados hasta el primer semestre del presente año muestran con claridad el poco espacio fiscal que posee el Estado paraguayo para redirigir recursos hacia inversiones, programas sociales o nuevos proyectos, debido a la alta proporción de sus compromisos preexistentes. De hecho, esta rigidez estructural limita la capacidad de respuesta ante imprevistos macroeconómicos y condiciona la planificación presupuestaria.
En este contexto, sigue urgiendo la necesidad de avanzar en reformas que promuevan una mayor eficiencia en la gestión del gasto a fin de otorgar mayor sostenibilidad a las finanzas públicas. El desafío de fondo radica en equilibrar las obligaciones del presente con los requerimientos de desarrollo a mediano y largo plazo.
* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones