Para 2030, una de cada seis personas en el mundo tendrá 60 años o más, y el grupo de 80 años se triplicará antes de 2050. Aunque la mayoría de las proyecciones regionales se concentran en países vecinos, el Paraguay recorre la misma senda demográfica: vive más, envejece más rápido y, sin embargo, planifica todavía con datos que se encuentran, en la mayoría de los casos, incompletos. Esa brecha de información es el primer obstáculo para calibrar la magnitud del reto, pero no la única.
El país debe anticipar cómo garantizar infraestructura, servicios y entornos que acompañen una longevidad sana y productiva antes de que la transición demográfica se convierta en una crisis social.
Es importante destacar que el envejecimiento trae oportunidades económicas innegables. El Banco Interamericano de Desarrollo calcula que los mayores de 50 años explicarán el 30% del crecimiento del consumo en las principales ciudades latinoamericanas.
En la escala regional, la economía plateada representa aproximadamente el 40% del PIB en Brasil, Argentina y Chile. El mismo informe incluye a Paraguay en su horizonte de 2043, pero subraya la escasez de datos sobre la canasta de consumo de los adultos mayores en el país, lo que lo convierte en un vacío que limita la toma de decisiones.
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El segundo eslabón de la cadena es la infraestructura. La experiencia chilena, que fue documentada en el mencionado diálogo, muestra que un entorno pensado para cuerpos jóvenes termina marginando a los mayores: viviendas verticales sin ascensor, transporte público distante y lugares de esparcimiento con infraestructuras inadecuadas.

Paraguay comparte rasgos urbanos similares: crecimiento periférico, transporte limitado y espacios públicos escasos. Sin políticas explícitas, el riesgo es replicar un modelo que aísla a las personas justo cuando necesitan más apoyo comunitario.
Según el seminario, las brechas se agravan cuando se mide la accesibilidad. Por ejemplo, en la Región Metropolitana de Santiago de Chile, solo 27% de los mayores vulnerables vive a 15 minutos de una estación de transporte masivo, y apenas 62% tiene un centro de salud primario a la misma distancia. En el caso de Paraguay, basta con recorrer algunas ciudades para constatar que el transporte irregular y las aceras deficientes castigan a quienes caminan más despacio. En las zonas rurales, la dispersión de los servicios dificulta aún más el traslado de un lugar a otro.
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En el diálogo: “Envejecimiento poblacional: un desafío mayor para la infraestructura” se proponen cinco estrategias para crear ciudades inteligentes adaptadas a las personas mayores que pueden ser trasladables a Paraguay como puede observarse en la Imagen 1.

Población envejecida: el caso de Paraguay
De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondientes al Censo Nacional 2022, la estructura por edad de la población varía según el área de residencia. En las zonas urbanas, el 23,9% de la población se encuentra en el grupo etario de 0 a 14 años, el 67,9% en el rango de 15 a 64 años, y el 8,2% tiene 65 años o más.
En cambio, en las zonas rurales, el 27,5% de los habitantes tiene entre 0 y 14 años, el 63,1% se ubica entre 15 y 64 años, y el 9,4% corresponde a personas de 65 años o más.
Esta desagregación resulta clave para comprender la situación actual: la cantidad de personas adultas mayores que residen en zonas rurales es superior a las que viven en áreas urbanas. Este dato adquiere mayor relevancia si se considera que, incluso en las ciudades, la infraestructura adaptada a las necesidades de las personas mayores es escasa o inexistente. En las zonas rurales, esta carencia se agrava considerablemente, lo que podría afectar de forma directa la calidad de vida durante la vejez.
Ante este panorama, resulta fundamental avanzar hacia un Plan Nacional de Infraestructura para la Vejez, que contemple ejes como el acceso a transporte público inclusivo, veredas seguras, iluminación adecuada, espacios de esparcimiento, calles con rampas, y un sistema de salud de calidad. Para lograrlo, será clave una coordinación interinstitucional eficiente, así como alianzas público-privadas que permitan acelerar los resultados antes de que la ventana demográfica se cierre.
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Paraguay aún dispone de tiempo y, sobre todo, de la oportunidad de aprender de experiencias internacionales. Convertir el envejecimiento en una ventaja competitiva exige pasar del diseño para la mayoría al diseño para toda la vida.
El costo de no actuar se medirá en términos de dependencia y presión fiscal. En cambio, actuar a tiempo puede traducirse en nuevas fuentes de crecimiento y cohesión social.
* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones.