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De acuerdo con el reporte de la Unión de Gremios de la Producción (UGP), las condiciones climáticas que caracterizan a la Región Occidental, además de la variabilidad de las lluvias y los porcentajes de humedad en los suelos, crean un escenario con distintos niveles de siembra y cuidados.
Al respecto, el ingeniero Lenard Dyck, técnico de producción vegetal de la Cooperativa Fernheim (Filadelfia), explicó que en la región Occidental la soja se enfrenta a una condición ambiental más cálida y de menores regímenes de precipitación, lo que aumenta la presión atmosférica sobre las plantas y el suelo. “Las temperaturas excesivas y su persistencia, sumado a la falta de humedad por los irregulares patrones de lluvia en verano, son hoy los mayores desafíos para el productor chaqueño”, añadió.
Respecto al desarrollo del ciclo 2024/25, recordó que en cada campo las decisiones se van tomando en forma distinta, teniendo en cuenta la humedad y los patrones de lluvia en la región. Este escenario generó que en el Chaco los niveles de siembra sean disparejos y que existan áreas en las que aún se espera mayor humedad para iniciar el procedimiento o completar la superficie proyectada.
“Aún falta sembrar gran parte de la superficie, pero se considera que la ventana de siembra es apropiada y con potencial”, añadió. En general, se estima que la disponibilidad de semillas está preparada para sembrar una superficie en torno a las 110.000 hectáreas, según la Asociación de Productores Agropecuarios para un Chaco Sustentable (Apacs).
Mantienen esperanzas de completar la siembra
Productores chaqueños aún mantienen la expectativa de completar la superficie de siembra, siempre y cuando lleguen las precipitaciones suficientes en estos primeros días de febrero. “Hay optimismo. Si llueve y acompañan las temperaturas, es posible obtener rendimientos por encima de 3.000 kg por hectárea”, agregó.
No obstante, las proyecciones climáticas no son alentadoras, según detalló el Instituto de Biotecnología Agrícola. (Inbio). Las estimaciones para esta semana indican una distribución irregular de las precipitaciones, con acumulados escasos en amplias zonas del país.
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Este escenario representa un potencial riesgo de estrés hídrico para los cultivos, especialmente para las parcelas que aún se encuentran en la fase crítica de llenado de granos. En la mayor parte del territorio nacional, se esperan acumulados inferiores a 10 milímetros, por lo que las condiciones de déficit hídrico podrían impactar en el rendimiento.