Gottfried Von Cramm, nacido en Nettlingen (Alemania) en 1909, destacó en la década de los 30 como uno de los mejores tenistas del mundo. Ganó dos veces Roland Garros, en 1934 y 1936; se coronó número uno del mundo en 1937 y mantiene hasta el día de hoy el récord de más partidos ganados con Alemania en la Copa Davis.
Alto y rubio, fue un caramelo para la maquinaria propagandista de Hitler y Goebbels, pero nunca se sintió cómodo con el régimen y nunca se arrodilló ante él. Su actitud y lo ocurrido en la pista central de Wimbledon el 20 de julio de 1937 marcó su destino.
Alemania y Estados Unidos se jugaron aquel día en la pista central del All England Club un puesto en la final de la Copa Davis contra Gran Bretaña. La serie llegó empatada 2-2 al domingo.
Bajo bandera nazi
"Todo el mundo hablaba ya de la guerra", recordó Don Budge, el número uno estadounidense, ganador de seis Grand Slams, ante el ambiente enrarecido en la Catedral del tenis. Pero mientras Budge luchaba por la libertad y por un título, Von Cramm lo hacía enfundado en la bandera nazi y con la presión de tener a Hitler atento a sus movimientos.
La historia cuenta que el dictador llamó al tenista diez minutos antes de que comenzara el partido y éste salió pálido del vestuario. "Como si luchase por su vida", apuntó Budge. Y así fue. El quinto punto de la eliminatoria se decidió en el quinto set, después de que los dos primeros los ganara Von Cramm, quien también tuvo una ventaja de 4-1 en el último parcial. Pero Budge remontó 8-6, eliminó a Alemania y siete días más tarde batió a la Gran Bretaña de Fred Perry para sumar la ensaladera. Hitler perdió la oportunidad de ganar su primera Davis y Von Cramm quedó señalado.
La Gestapo lo persiguió, lo investigó, dudó de su matrimonio fallido en 1937 y descubrió su homosexualidad. En marzo de 1938 fue condenado por ella a la cárcel mediante un juicio secreto y controvertido y que fue criticado por sus compañeros de profesión. Budge y Perry pidieron a Alemania que lo liberaran inmediatamente. Sin efecto. Estuvo en prisión más de siete meses y no pudo volver a coger una raqueta hasta bien entrado 1939.
Cuando ese año la guerra ya era una realidad, Von Cramm, apestado por su patria, se fue a Inglaterra a disputar el torneo de Queen's, antesala de Wimbledon. Ahí en su camino hacia el título, barrió en la hierba de Londres a Bobby Rigs, quien más tarde ganaría en el All England Club. Solo perdió un juego contra él.
Hitler movió sus hilos
¿Y por qué ganó Rigs y no Von Cramm en Wimbledon? Porque al alemán no le permitieron jugar. La razón oficial fueron los antecedentes criminales del tenista; la extraoficial, que Hitler había movido sus hilos para que el torneo no lo aceptara.
Von Cramm, que tuvo que esperar hasta 1951 para volver a pisar Wimbledon por el veto a las potencias del Eje, siempre fue recordado como uno de los mejores tenistas en nunca ganar el torneo. Para el recuerdo quedan sus tres finales perdidas, dos de ellas ante Fred Perry, además de aquel duelo con Budge en la Davis que es rememorado como uno de los mejores partidos de la prehistoria del tenis.
La guerra, en la que estuvo en el frente y de la que salió medio muerto, le robó años de carrera, de vida y de amigos. Su compañero de batallas en la Davis y con el que ganó dos Grand Slams en dobles, Henner Henkel, murió en Stalingrado, mientras Von Cramm consiguió sobrevivir a la hipotermia.
En El Cairo, en un viaje de negocios en 1976, su suerte se acabó. Falleció en un accidente de coche cuando este colisionó con un camión en una carretera egipcia.