“La Villa simplemente no está segura ni lista”, afirmó el equipo oceánico esa mañana, aludiendo, por ejemplo, a los “baños bloqueados”.
Durante un test el sábado por la noche, “el agua caía por las paredes, había un fuerte olor a gas en algunos apartamentos y un cortocircuito eléctrico”, criticó la jefa de la delegación australiana, Kitty Chiller, en un comunicado. “Nuestro edificio no es habitable”, continuó más tarde ante la prensa al exterior de la Villa, donde afirmó “envidiar” a los equipos que hubieran podido instalarse sin problemas.
“Son mis quintos Juegos y nunca había visto una Villa tan poco preparada a estas alturas”, insistió Chiller, que consideró, sin embargo, que “el resto” del recinto era “uno de los mejores” que había conocido. La jefa de la delegación dijo tener una “esperanza razonable” de poder autorizar a los deportistas australianos para que se instalen el miércoles -hasta entonces estarán en hoteles-, aunque indicó que las delegaciones británica y neozelandesa, entre otras, también habían experimentado los mismos problemas.
Ante las críticas, el Comité Organizador de Río 2016 contrató a 500 obreros para que trabajen día y noche desde el domingo para solucionar las deficiencias en un plazo de dos días.
Con un tono más diplomático, la delegación británica, una de las primeras en instalarse en la Villa hace una semana, informó igualmente que había encontrado “ciertas dificultades de mantenimiento, lo que es común en las nuevas construcciones”.
Mientras, varios deportistas brasileños de nueve disciplinas que debían arribar en esta jornada a sus respectivas habitaciones prefirieron permanecer en sus hoteles a la espera de reparaciones en los edificios. Son “simples ajustes”, respondieron a coro los organizadores en la inauguración oficial de la Villa, donde subrayaron que estos mismos inconvenientes ocurren en todos los Juegos.
“Respetamos su decisión, es difícil instalarse mientras los ajustes no hayan sido realizados, pero son ajustes internos y menores que se resolverán en unos días”, aseguró Carlos Nuzman, presidente del Comité Organizador de Rio 2016 y del Comité Olímpico Brasileño (COB). “Lo más importante es que se resuelvan antes del inicio de la competencia, y lo estarán de aquí a 48 horas como máximo”, prometió Janeth Arcain, exjugadora de la selección brasileña de básquetbol, nombrada alcaldesa de la Villa.
“Vamos a poner un canguro para que los australianos se sientan en casa”, bromeó de su lado el alcalde de Río, Eduardo Paes. Un comentario que no cayó demasiado bien en la delegación ’aussie’. “No necesitamos canguros, precisamos fontaneros para arreglar los lagos que nos encontramos en los apartamentos”, respondió el director de comunicación del equipo oceánico, Mike Tancred, en declaraciones al diario Folha de Sao Paulo.
A menos de dos semanas para la inauguración de los primeros Juegos Olímpicos en Sudamérica, el recinto ya ha comenzado a acoger a algunos de los 10.500 deportistas que competirán en Rio del 5 al 21 de agosto. Un total de 207 delegaciones, incluida la que formarán por primera vez atletas refugiados, se hospedarán en la Villa, un moderno complejo de 31 edificios con 3.604 apartamentos y amplias áreas verdes, ubicado en el barrio de Barra da Tijuca, en el oeste de Río, a 1,5 kilómetros del Parque Olímpico.
Muchos países ya han cubierto sus edificios con las banderas nacionales, como Francia, que compartirá inmueble con Suiza e Israel, mientras que Eslovenia desplegó en cartel en el que se leía en inglés “I feel Slovenia”. La llegada de los deportistas rusos, sin embargo, estará sometida a partir de ahora al criterio de las federaciones internacionales, después de que el COI decidiera el domingo no suspender a la delegación al completo por el escándalo de dopaje, dejando la participación de los atletas en manos de las autoridades de cada disciplina.
La Villa estará bajo una permanente alta vigilancia: el arresto el jueves de diez brasileños que supuestamente planificaban un ataque durante los Juegos, combinado con la serie de actos terroristas ocurridos en las últimas semanas en Estambul, Niza o Kabul, hizo resurgir el fantasma de Múnich 1972, cuando un comando palestino secuestró y asesinó a once miembros del equipo olímpico israelí.
A partir de este domingo, unos 85.000 miembros de las Fuerzas Armadas brasileñas -47.000 policías y 38.000 militares- estarán movilizados para garantizar la seguridad en Rio y en las otras ciudades donde se disputarán partidos del torneo de fútbol masculino y femenino (Manaos, Sao Paulo, Salvador, Belo Horizonte y Brasilia). Tras la matanza del pasado 14 de julio en Niza, donde fallecieron 84 personas en un ataque reivindicado por el grupo Estado Islámico, el gobierno brasileño anunció que reforzaría las medidas de seguridad de cara al mayor evento deportivo del planeta.