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Una “avivada” que les costó caro, pues lo hicieron para poder ver cómodamente sentados el partido cuando no tenían derecho a hacerlo en la Arena Carioca, donde Australia cayó por 87-61 y ahora deberá pelear por el bronce con España.
Los nueve atletas australianos y un compañero que fue llevado como testigo recuperaron su libertad a las 5.30 locales (2.30GMT). El Comité Olímpico de su país confirmó la noticia, pero se quejó porque, dijo, “de este asunto debió haberse ocupado el Comité Olímpico Internacional (COI) y no la policía”.
Todos los detenidos tenían derecho a acceder al escenario deportivo, pero no a sentarse, razón por la cual adulteraron sus credenciales para asegurarse un lugar entre las escasas butacas disponibles en el recinto.
La trampa quedó en evidencia cuando intentaron superar los controles electrónicos. Fiona de Jong, secretaria general del Comité Olímpico australiano, comentó que los atletas implicados se disculparon y aceptaron pagar una multa.
La dirigente no reveló el monto de la misma, pero los periodistas australianos indicaron que fue de unos 3.000 euros “per cápita”.
Los involucrados fueron los ciclistas Ashlee Ankudinoff y Melissa Koskins, el rugbier Ed Jenkins, los arqueros Alec Potts y Ryan Tyack, los remeros Olympica Aldersey, Fiona Alber y LucyStephan y Simon Orchard, que compitió en hockey sobre césped.
El también ciclista Matthew Glaetzer fue quien compareció como testigo.