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Ruud terminó por desquiciar al sudamericano, que fue excesivamente errático al resto, especialmente en los momentos clave, cuando tenía todo a favor para tomar ventaja, para abrir hueco y encarrilar la conquista de un set.
Pero fueron un lastre para Cerúndolo los errores y la falta de acierto para romper el saque del europeo. El argentino solo aprovechó tres de las dieciocho oportunidades de ‘break’ que tuvo y cuando rompió, fue incapaz de consolidar esa ventaja con su saque.
Ruud, que jugará por el título contra el ganador del partido entre el británico Jack Draper y el italiano Lorenzo Musetti, se mostró más sólido y, sobre todo, no perdió la concentración en los momentos que más la necesitaba.

Y es que a pesar de que ha perdido partidos decisivos en grandes torneos, como dos finales de Roland Garros o una del Abierto de Estados Unidos, el jugador de Oslo, otrora número dos del mundo, ha aprendido la lección y aglutina experiencia. Es lo que le falta a Cerúndolo, excesivamente tenso en momentos vitales para el devenir en el partido.
Ni siquiera el empuje del público argentino, del que se quejó Ruud en el cuarto juego del segundo set, decisivo, que duró un cuarto de hora y cuyo servicio pudo mantener, le hizo perder la calma.