Cargando...
El entonces llamado “Torneo de las Naciones” se jugó en dos fases, una preliminar con cuatro grupos, y dos finales. A la final A pasaron 16 equipos, los otros jugaron la final B.
Participaron 27 países. Entre los 133 jugadores estaban el campeón mundial Alexander Alekhine, representando a Francia, y su predecesor, el cubano José Raúl Capablanca.
“La Olimpiada de 1939 fue el canto del cisne noble de Capablanca, que logró los mejores resultados en la final, delante de su eterno rival Alekhine”, señaló Tartakower.
Al comenzar la fase final, el 1 de septiembre, Alemania invadió Polonia y estalló la Segunda Guerra Mundial. Inglaterra se retiró y la continuación del torneo peligró.
Los organizadores se esforzaron para que el torneo prosiguiera. Finalmente los equipos acordaron continuar jugando. Los matches entre las naciones que habían entrado en guerra terminaron 2 a 2 sin jugarse, como los matches de Francia y Polonia ante Alemania.
Venció Alemania, Polonia fue segunda y Estonia tercera; Cuba salió 11ª. Paraguay tuvo un mal debut olímpico, salió en el último lugar del Grupo B llamado “Copa Argentina”.
Capablanca logró la medalla de oro al mejor primer tablero, con 11½ puntos sobre 16, obtuvo 8½ sobre 11 (+6, =5, –0) en la final; fue la única vez en que, para decidir las medallas, se tomaron solamente los resultados de la final.
En su obra monumental de tres tomos, El impresionante Torneo de las Naciones 1939, Juan S. Morgado habla de la olimpiada y del ajedrez argentino en esa época. Ese libro y Capablanca Leyenda y Realidad de Miguel A. Sánchez son obras imprescindibles.
Capablanca, el ídolo argentino
Capablanca seguía despertando una enorme simpatía entre los aficionados argentinos. Volvía a Buenos Aires luego de perder el título mundial ante Alekhine en 1927.
El cubano Miguel Alemán señaló: “Capablanca era la figura más popular de Buenos Aires. Desde que llegó a la ciudad muchos aficionados lo fueron a recibir y era tal la concentración que algunos creyeron que se trataba de una personalidad política”.
Esto se publicó en El Grafico: “Ahora que están en Buenos Aires los más grandes ajedrecistas, percibimos, con prístina nitidez, la diferencia de popularidad que existe entre cualquiera de ellos, aún de los nombres consagrados, y Capablanca. Los diarios le dedican los más gruesos titulares. La concurrencia apiñada alrededor de su partida cada noche, vive sus incidencias, sufre cuando se halla en posición difícil y exulta de alegría cuando gana. Buenos Aires no se ha enterado de que Capablanca ha perdido el Campeonato del Mundo, aunque lo haya perdido en nuestra ciudad. No se ha enterado porque no quiere enterarse; y esa es la razón por la que no se enterará jamás. Es como un terremoto cuya existencia no tolera polémica”.
Notas de Capablanca en el diario <i>Crítica</i>
Durante la Olimpiada Capablanca escribió 25 amplios artículos para el diario Crítica, eran artículos técnicos donde también retribuía el afecto recibido, daba un panorama general centrándose en la actuación del equipo argentino. En las notas estaba claro que era hincha del equipo argentino.
Capablanca se tomó su tarea en serio, examinaba todos los matches importantes, con especial dedicación al equipo argentino y daba su opinión con generosidad.
Igualmente, notamos que no fue un oráculo infalible, en su nota del 24 de agosto de 1939, entre los candidatos a obtener el triunfo en la olimpiada citó a Estonia, Suecia y Argentina, y añadió” Si bien no pueden dejar de considerarse las posibilidades de Polonia, y posiblemente las del otro equipo báltico”.
No estuvo mal entre los aspirantes, todos esos equipos terminaron en posiciones altas, aunque sobre el campeón, Alemania, Capablanca comentó en su 4ª nota del 27 de agosto, “…el equipo alemán, considerado como fuerte por gran parte del público, me permito disentir de esa opinión[… ]Y si bien estoy seguro que entrará en la fase final, no creo que llegue a ocupar uno de los tres primeros puestos del torneo. Este equipo tiene en Eliskases un excelente jugador, aunque no es sumador de puntos como Alekhine y Keres…”; los otros componentes del equipo alemán le inspiraban menos confianza.
Actuación de Capablanca: Fase preliminar
Capablanca comenzó a un ritmo lento. En la primera ronda empató con el palestino Moshe Czerniak. Este escribió en su libro La Historia del Ajedrez desde sus Comienzos hasta el Presente: “En la Olimpiada [de 1939] tuve la oportunidad de jugar con Capablanca dos partidas. En la primera [jugada el 24 de agosto] el campeón tenía un peón de más, pero una ligera inexactitud suya fue suficiente para no ganar. Las tablas lo enfadaron mucho. ´Ya puedo ver los titulares: ´Capablanca se hace viejo`, me dijo…”.
Capablanca fue más explícito en Crítica: “…Fue una partida interesante, en la cual, a raíz de la apertura, obtuve una ventaja que pude mantener hasta el final, y que debió ser decisiva. Mis amigos y muchos aficionados habrán pensado, sin duda, que yo debía haber ganado, y probablemente tienen toda la razón. Pero para mí lo importante era poder comprobar, a mi propia satisfacción, el estado de mis fuerzas, no sólo en la parte estratégica y en la comprensión general de la situación, sino también en lo referente a la facilidad para ver y profundizar las combinaciones posibles en determinados casos”.
“En estos elementos de juego quedé bastante satisfecho. En la parte técnica fue donde quizás estuve flojo, como viene sucediendo desde hace tiempo. Pero esto es fácilmente comprensible si se tiene en cuenta que, debido a mis ocupaciones y a los diversos intereses que tengo, ajenos al ajedrez, me paso a menudo meses enteros sin ver un tablero, y lo que es peor, sin siquiera pensar en el ajedrez. Esta falta continua de práctica es la que produce esa debilidad en cuanto a la técnica del juego. También hay una marcada tendencia al cansancio mental después de las tres primeras horas de juego…”.
Capablanca confiaba en que esos defectos desaparecieran con el desarrollo del torneo, pidió comprensión si no tenía éxito en la olimpiada y aseguró que con dos meses de entrenamiento se consideraba capaz de enfrentarse “ventajosamente” a cualquier rival.
Capablanca comentó que su actuación fue enfocada a que el equipo cubano llegase a la final principal, y tuvo éxito, él jugó cinco partidas, cuatro tablas y un empate.
Fase final
Capablanca comenzó con dos empates, ante el polaco Tartakower y el chileno Flores. Czerniak comentó sobre la partida de la tercera ronda, refiriéndose a lo que dijo Capablanca tras la primera partida entre ellos: “En la segunda partida me demostró que no era el caso [que Capablanca estaba “viejo”]: su combinación me dejó estupefacto, como si me hubiesen pasado por encima”.
Capablanca escribió en su columna del 5 de septiembre: “Yo había obtenido un planteo satisfactorio con las blancas, en una variante de la Caro-Kann bastante conocida, pero poco jugada. Supongo que un gran número de aficionados habituados a verme jugar casi siempre un juego de posición en que todo está sólidamente construido, se extrañarían de verme jugar una partida puramente agresiva. Pero debo señalar que hay que jugar las partidas con la índole del planteo, y que, en la defensa adoptada anoche por las negras, el blanco, si desea obtener alguna ventaja, necesita atacar vigorosamente antes de que el negro pueda consolidar su defensa y ejercer presión sobre el PD blanco aislado. Hecha esta aclaración, el público comprenderá por que me lancé al asalto de una manera tan decidida. Tuve la buena fortuna de poder hacer una larga y difícil combinación, de resultas de la cual obtuve una ventaja manifiesta que exploté rápidamente. Y así se produjo el derrumbe del juego negro antes de que terminase la sesión. La partida fue de esas que más interesan a los aficionados en general y tuve la satisfacción que fuera la primera de ese género que se haya jugado en este torneo”.
Posteriormente habla relativamente poco de sus partidas, ante el holandés van Scheltinga tras, “un momento de ausencia mental”, pasó por ciertas dificultades, debido al cansancio, descuidó su desarrollo, su rival quiso castigarlo atacando, pero quedó con piezas mal situadas y Capablanca lo explotó.
Capablanca consiguió una excelente victoria de la 7ª ronda ante el lituano Mikenas. Sobre su triunfo sobre Opocensky, de Bohemia y Moravia, de la 8ª ronda, señaló que su oponente, que tenía “una marcada tendencia a complicar el juego y no se amedrenta ante la reputación de sus contrincantes”, le sacrificó un peón, era posiblemente inexacto, pero demostrarlo era difícil.
Capablanca admitió que se había confiado y que “en un momento dado me vi en una situación muy difícil, por suerte ella era muy complicada”. En la 22ª jugada su rival se equivocó y “mediante maniobras arriesgadas”, consiguió ventaja que ya no abandonó.
En la 9ª ronda empató con el argentino Grau, tuvo un final extraño, tras pensar 15 minutos se decidió por la “obvia” 41.Dd7+, que ganaba con facilidad, pero soltó su dama en d8, sin jaque, permitiendo que su rival capturara un peón con jaque. No perdía, era tablas, pero Grau caballerescamente vio que había sido un accidente y le ofreció cambiar su jugada, Capablanca consiguió ventaja ganadora para luego devolver la gentileza de Grau y ofrecerle tablas, que fueron aceptadas.
En la 11ª ronda Capablanca volvió a empatar, con el letón Petrovs; una semana antes de la 12ª ronda, Capablanca comentó a los organizadores que no jugaría en el match ante Francia. No iba a enfrentarse a Alekhine, aclarando que no era una falta de cortesía hacia la organización ni falta de consideración al público porteño. En Crítica dijo que era por razones personales, que era una competencia por equipos y que el match no era decisivo para el desarrollo del torneo.
Zoilo R. Caputto contó en Recuerdos con Jaque, que Alekhine aprovechó para decir a la prensa que “algunos evitan enfrentarse con los que más temen”. Es de recordar que Alekhine evitó darle la revancha a Capablanca durante 12 años, no obstante, al conocer el fallecimiento de Capablanca, dijo: “Con su muerte perdimos a un genio ajedrecístico, de la clase de las que nunca volveremos a ver”, y también, “No entiendo ni ahora, después de tantos años, cómo he conseguido ganar a Capablanca en el match de 1927″.
Con sus dos victorias en las rondas finales, 14 y 15, ante el danés Enevoldsen y el brasileño Trompowsky, Capablanca consiguió la medalla de oro en el primer tablero.
“Homenaje que Cuba agradecerá siempre desde lo más hondo de su corazón”
En Homenaje a José Raúl Capablanca, publicado en 1943, se dice: “Al entregársele la Medalla de Oro en el Salón Teatro Politeama de Buenos Aires, por el Presidente de la República Excmo. Sr. Dr. Roberto M. Ortiz, nuestro compatriota fue objeto de la más amplia demostración de afecto y admiración por los miles de asistentes al acto, tributándosele una ovación como jamás se había escuchado en la hermosa capital del Plata. Homenaje que Cuba agradecerá siempre desde lo más hondo de su corazón”.
Planes optimistas de Capablanca
Capablanca aspiraba a la revancha, a pesar del mal resultado en el torneo AVRO de 1938; a El Gráfico señaló las razones: “… después de las primeras tres horas de juego, sentía que mi cabeza se partía. Era imposible pensar y coordinar ideas… participé en el torneo de AVRO jugando como un autómata después de la tercera hora… Si esta impotencia intelectual hubiera conllevado a un defecto cerebral, me habría retirado del tablero de ajedrez. Capablanca habría dicho adiós al juego del cual él era campeón, y cuya corona aspira a recuperar. Pero mi cerebro, afortunadamente todavía trabajaba bien”, e indicó la causa de su mal estado: “Los primeros doctores… no estuvieron acertados, pero ahora otros han podido determinar la causa: presión arterial. Me han puesto una dieta de leche, fruta y verduras que ha traído una disminución moderada de mi presión arterial…Ahora, con la tensión arterial baja, me siento físicamente mucho mejor. No soy el Capablanca de 1918 en que, a la edad de 30, mi concepto era aún más lúcido y eficaz que el Capablanca de 1921, que ganó el Campeonato del Mundo. Pero advierto que mi cerebro funciona con muy aceptable regularidad… me siento capaz de luchar contra ajedrecistas jóvenes, que todavía no han llegado a la perfección de razonamiento que nos caracteriza a Lasker y a mí, y de vencerlos”.
No obstante, que la hipertensión arterial le afectaba mucho era evidente, seguir jugando no era aconsejable, Celaya comentó que el cuidador del baño del Salón Politeama, veía a Capablanca mojarse reiteradamente la cabeza en las últimas horas de juego.
Hubo algunos intentos de que ese match con Alekhine se realizara, pero infructuosos; la Olimpiada de Buenos Aires en 1939 fue la última competencia seria de Capablanca.
Últimas consideraciones de Capablanca
En su crónica final, del 20 de septiembre, Capablanca alabó el crecimiento del ajedrez argentino en la década anterior, y en cierto modo anticipó la época dorada del ajedrez argentino, que luego logró varias medallas olímpicas.
Capablanca recomendó realizar torneos con la presencia de jugadores situados entre los 12 mejores del mundo, así los jugadores locales se acostumbrarían a jugar contra una competencia fuerte, sería como repetir lo realizado en la Unión Soviética, y citó su propio caso, creía que su desarrollo ajedrecístico se vio facilitado por la visita a Cuba de varios maestros, recordó que cuando él tenía nueve años, Pillsbury visitó Cuba, Capablanca padre llevó varias veces a su hijo al club donde jugaba, lo que tuvo un gran efecto en la calidad del juego del futuro campeón mundial. “…No hay duda de que la presencia de jugadores muy fuertes tiene una enorme importancia en el desarrollo del ajedrez”, escribió.
Capablanca se despidió así: “en más de 30 años que llevo participando en contiendas de toda índole, pocas veces he presenciado un espectáculo tan bien organizado y dirigido como este TN. Mis felicitaciones a todos quienes intervinieron en su realización”.
Recordemos la última victoria de Capablanca jugada hace exactamente 85 años.
GM Zenón Franco Ocampos
Vigo, 18 de septiembre de 2024