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El pasado viernes culminó otra edición más del Rally Dakar, la sexta en territorio saudí –que hasta aquí tiene asegurada la competencia hasta el 2029–, y a decir de los protagonistas, fue una de las más exigentes de los últimos tiempos.
La Amaury Sport Organisation (ASO), encargada de la organización del evento, definitivamente puso a prueba a los competidores –como es costumbre, de principio a fin–, con el agregado de que este año y ya en el segundo día de carrera, tuvieron que afrontar las “48h Crono”, etapa maratón de dos días, sin asistencia de equipo.
En la misma, por ejemplo, el cuatro veces ganador del rally-raid, el español Carlos Sainz, tuvo que abandonar por un vuelco que sufrió con su Ford Raptor, que si bien arribó al bivouac, la FIA no autorizó la partida del mismo al día siguiente, por motivos de seguridad (jaula dañada).
Lo mismo le sucedió al francés Sébastien Loeb (Dacia) días después, que no pudo con la dureza de la primera semana de carrera y se despidió tempraneramente, al igual que muchos otros que tuvieron que dejar de lado el sueño de llegar a la meta, en Shubaytah.
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Los que sí vieron la gloria, luego de 12 etapas dificilísimas, fueron el australiano Daniel Sanders (KTM), que subió a lo más alto del podio en Motos, escoltado por el español Tosha Schareina y el francés Adrian Van Beveren, ambos con Honda.
En Coches, Yazeed Al- Rajhi fue profeta en su tierra, navegado por el alemán Timo Gottschalk (Toyota), y completaron el podio el sudafricano Henk Lategan (Toyota) –que dominó casi todos los días– y el sueco Mattias Ekström (Ford).
En la Challenger los argentinos Nicolás Cavigliasso y Valentina Pertegarini fueron los mejores al igual que el norteamericano Brock Heger, en SSV, y el checo Martín Macik, en Camiones.
