Desde 2013, Lanús ha escrito los capítulos más colosales de su historia deportiva, incluyendo la disputa de una final de Copa Libertadores y tres finales de Copa Sudamericana, como la que jugará este fin de semana ante el Atlético Mineiro en Asunción. Este desempeño es considerado mayúsculo en Argentina, donde solo el gigante River Plate ha logrado igualar esa cantidad de definiciones continentales en el mismo período de tiempo.
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El club del sur de Buenos Aires, con una visión corporativa enfocada en la promoción de jóvenes talentos y sin contrataciones rimbombantes, ostenta más finales en los dos principales torneos de Sudamérica que clubes de la talla de Boca Juniors (2), Independiente o Racing de Avellaneda (1). Hasta el momento, el club solo ha sido recompensado con el título de la Sudamericana en 2013. Además, en 1996, el Granate ya había levantado la extinta Copa Conmebol.
Para su actual técnico, Mauricio Pellegrino, Lanús proyecta “algo que a cualquier entrenador seduce, que es seriedad, que los directivos estén unidos, que es algo atípico en nuestro fútbol”, según lo manifestó al ser presentado en su cargo el pasado mes de enero. Esta estabilidad institucional es señalada como un pilar fundamental de su éxito deportivo.
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“Gana el orden” como filosofía institucional
La historia de Lanús se divide claramente en dos etapas. Un primer período, desde su fundación en 1915 hasta 2007, estuvo marcado por crisis institucionales y descensos a las categorías menores del fútbol argentino. Sin embargo, todo cambió a partir de la obtención del primer título local, el Torneo Apertura 2007, logrado en La Bombonera ante Boca Juniors.
Desde ese momento, con la presencia de talentos emergentes como Lautaro Acosta en la plantilla, el club entendió que la clave de su proyecto residía en el desarrollo y la promoción constante de sus divisiones inferiores. “Los jóvenes han potenciado el devenir del club”, explicó el entrenador Pellegrino, ratificando la importancia de esta fórmula.
Con esta misma filosofía, en 2013 Lanús ganó la Sudamericana bajo el mando de Guillermo Barros Schelotto, quien debutaba como entrenador; en ese torneo eliminó al River Plate. Posteriormente, en 2017, el equipo alcanzó la final de la Libertadores (derrota ante Gremio), tras eliminar en semifinales al poderoso River de Marcelo Gallardo. En 2020, cayó en la final de la Sudamericana ante Defensa y Justicia, pero dejando en el camino al histórico Independiente de Avellaneda.
En medio de estos años de gloria, la directiva del club destaca su estabilidad organizativa como una ventaja competitiva frente a sus rivales. “¿Por qué a Lanús le va bien y a equipos con mucho mayor ingreso no les va tan bien?”, se preguntó su presidente, Nicolás Russo, en una entrevista con el canal de streaming RAID. Y él mismo se respondió con una máxima que define su gestión: “Yo digo que orden contra orden gana el mejor, pero orden contra desorden gana el orden”.
Lanús, en la cima del fútbol sudamericano
La austeridad del club se refleja en sus movimientos de mercado. El mayor fichaje en la historia del Granate, el volante ofensivo Marcelino Moreno, costó 2,7 millones de dólares, según datos de Transfermarkt. Esta cifra está muy lejos del récord del fútbol argentino, marcado por la llegada de Cristian Medina a Estudiantes de La Plata por 14,4 millones de dólares. “Lo más difícil que tiene el fútbol es incorporar, y más cuando no tienes dinero”, sentenció Russo.
Ahora, el Granate tiene la oportunidad de sumarse al selecto grupo que ha ganado más Copas Sudamericanas, con dos títulos, un listado que incluye a clubes como Independiente, Boca Juniors, Independiente del Valle, Liga de Quito y Athletico Paranaense. “Había que hacer todo para tratar de estar en una final y volver a poner a Lanús ahí arriba”, dijo el central Carlos Izquierdoz tras lograr la clasificación a la final.
Fuente: AFP
