En principio, Rosero Valencia había sido expulsado por el árbitro Germán Delfino, que entendió que había cometido mano y penal en un centro en el que estaba apareado con un jugador de Vélez. Sin embargo, el árbitro asistente Iván Núñez, que aparentemente observó la repetición de la jugada a través de una de las cámaras de televisión situadas al costado del campo de juego, le advirtió que en realidad la mano había sido cometida por el delantero Mariano Pavone, de Vélez.
Ante esta situación, y a pesar de que la FIFA es clara en el sentido de que no está permitido apoyarse en la tecnología -la televisión, en este caso- para tomar decisiones arbitrales, Delfino decidió dar marcha atrás a su fallo, anuló el penal y la expulsión, y permitió el reingreso de Rosero Valencia. Después del encuentro, Delfino admitió su equivocación, y ante la televisión declaró que “el procedimiento fue muy desprolijo (descuidado) y es un error que no puede volver a pasar. Me siento responsable y raro, porque nunca me pasó algo así en tantos años”.
“Yo veo una mano, noto que protesta todo el mundo y en medio de los gritos no escucho nada. Quise preguntarles a mis colaboradores si habían visto de quién había sido la mano. Cuando hubo un poco de paz, me dieron un aporte y tomé la decisión de retrotraer la jugada. Por suerte el reglamento me permite retroceder y sancionar lo correcto” , agregó el árbitro.
Lo curioso es que, luego, Delfino cobró otro penal, esta vez sí correctamente sancionado a favor de Vélez, y cuando ya se jugaban seis minutos de descuento, en una adición lógica luego de los cabildeos que se produjeron por la jugada del primer penal, expulsó a Rosero Valencia, por acumulación de faltas, y, esta vez, sin derecho a regresar.