Los pupilos del seleccionador portugués, Fernando Santos, se mantuvieron firmes a la intensa presión ejercida por Rumanía desde el inicio del partido, que permitía soñar a los 53.000 aficionados locales con remontar el 3-1 del primer choque.
Con mucho corazón y poca precisión, los locales lanzaron una ofensiva liderada por el extremo del Espanyol Grabiel Torje, que llegó a centrar varios balones al área pequeña con peligro pero los delanteros volvieron a mostrar su lentitud siempre rezagados unas décimas de segundo después.
Torje dispuso de un disparo a la portería defendida por Karnezis, lanzamiento que pasó cerca de la escuadra y que hizo levantar a la gente de las gradas para seguir aupando a su selección.
En cambio, los griegos lograron despertarse de su letargo a los veinte minutos de juego después de que el atacante Samaras golpeara con la cabeza un balón que rozó el palo derecho del guardameta Tatarusanu.
Ese aviso preconizaba lo que sucedió justo un minuto después: el delantero Mitroglou se plantó solo ante el portero rumano para subir el primer tanto al electrónico tras un craso error del defensa Matel, al romper el fuera de juego.
El Estadio Nacional de Bucarest enmudeció por completo ante la impotencia de su equipo y la alegría de los 2.000 aficionados helenos que desplazaron a la capital rumana para celebrar la clasificación a su tercer mundial, tras las de 1994 y 2010.
El seleccionador rumano, Victor Piturca, recibió otro revés al verse obligado a cambiar por lesión al defensa Rat por Latovlevici, pero su peor momento se produjo antes de que se llegara al descanso al escuchar gritos de dimisión de unos seguidores cada vez más enfadados.
En la reanudación, Rumanía parecía contentarse con un resultado en contra, llegando a la portería contraria con poca fe, hasta que Torosidis marcó en propia puerta en el minuto 55 después de que Holobas chutara un balón contra su compañero.
El portero Karnezis se quedó impasible ante un gol que entró brillantemente en su escuadra derecha.
Con el tanto del empate, los hombres de Piturca volvieron a creer en sus posibilidades de igualar la eliminatoria, pero la férrea defensa griega y la precipitación de los rumanos lograron disipar esos instantes de euforia.
El defensa Latovlevici desaprovechó una clara oportunidad para conseguir el segundo gol al enviar un balón tras lanzar una falta directa dentro de la zona de la media luna.
La insistencia rumana en el área rival provocó que los griegos se dedicaran a defender y contar el tiempo a su favor para certificar su octavo partido consecutivo sin perder, lo que provocó que el árbitro serbio Maziz amonestara al griego Tiziolis en el minuto 89.
En los segundos de prolongación, se escucharon una vez más consignas contra el seleccionador Piturca, a quien le achacan de alinear a jugadores de poca calidad en el equipo titular y a quien le queda poco rédito para mantener su cargo.
La campeona de Europa en 2004 regresará a la máxima competición del fútbol mundial, mientras que los rumanos se quedaron a las puertas de una cita, a la que no acuden desde Francia 1998.