Durante el acto de presentación, el presidente de la empresa responsable por el desarrollo de su tecnología, Bjorn Lindiner, explicó que en cada estadio se posicionarán catorce cámaras alrededor del césped, lo que permite tener una capacidad de detección 30 veces mayor que la visión humana.
Cada cámara está conectada por fibra óptica con un servidor, “las imágenes son analizadas por un ordenador” y, en caso de convertirse un gol, el árbitro recibe una señal en menos de un segundo a través de un reloj instalado para tal fin en su muñeca, dijo Lindiner.
Asimismo, señaló que “no restará emoción al fútbol” porque, en su opinión “la emoción ya es suficiente” en cualquier encuentro de este deporte.
“No estamos cambiando el fútbol, solo ayudando a los árbitros”, concluyó.
Según una nota de prensa distribuida por la FIFA, el proyecto nació en 2010 tras “una serie de incidentes de alto vuelo” como el del “gol no concedido a Frank Lampard después de que su remate atravesara la línea en la contienda entre Inglaterra y Alemania” en el Mundial celebrado aquel año en Sudáfrica.
Tras dos años de pruebas exhaustivas el sistema fue aprobado y utilizado por primera vez en la Premier League inglesa, que introdujo el sistema en la temporada 2013-2014.
Sin embargo y tal y como ha quedado determinado, la decisión final estará en manos de los árbitros, por lo que este instrumento quedará configurado como una herramienta de apoyo.