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La noche había caído sobre Asunción. Los anuncios meteorológicos de lluvia terminaron siendo equivocados, sobre la capital paraguaya seguía el calor. Un calor que se acentuaba en Barrio Obrero.
Pero no por cuestiones climáticas, sino porque en las calles del populoso barrio se sentía el fútbol en el ambiente. Una sensación que se hace más fuerte en los días en los que le toca jugar a Cerro Porteño.
El Ciclón recibía en su Olla al Deportivo Cali en partido por la sexta fecha del Grupo 3 de la Copa Libertadores en un partido de vital importancia para ambos equipos.
Los paraguayos necesitaban de tan solo un empate para asegurar su pase a los octavos de final del torneo continental. Los colombianos, en cambio, necesitaban imperiosamente un triunfo para pensar en avanzar.
Como ya había ocurrido en sus dos anteriores juegos de local en esta fase, Cerro salió con la intención de convertirse desde un principio en el claro dominador de las acciones.
Apenas se puso en marcha el encuentro, el Ciclón comenzó a buscar crear alternativas para romper el cero lo más rápido posible. Sin embargo, los colombianos no estaban dispuestos a quedarse mirando y también salió en pos del gol de la apertura.
Así, desde el inicio del encuentro se tuvo un partido de un ida y vuelta incesante, con oportunidades frente a ambos arcos y con muy poco tiempo para respirar. Fue el Ciclón el que tuvo varias de las acciones más claras. Acciones que sus hombres de ofensiva no conseguían aprovechar.
Pero llegó el minuto 11 y con él una desgracia para el cuadro paraguayo. Cristian Marrugo se encargaría de dar la sorpresa en Barrio Obrero poniendo el 0-1 a favor de la visita.
Desde ese momento, el equipo verdolaga se encargó de hacerse con el dominio del balón y complicar al cuadro local.
Cerro pareció caer en un pozo, víctima de la ansiedad y los nervios. Cada vez que tenía el balón, el Azulgrana no conseguía ser incisivo para tratar de pensar un empate que parecía muy lejano, al tiempo que un segundo tanto colombiano se hacía inminente.
Lejos de ayudar a mejorar la situación, desde las gradas se comenzaba a poner más nervios. Un sector del público decidió ponerse a recriminar a su equipo en el momento que más necesitaba de su apoyo.
Parecía ser que la clasificación azulgrana estaba al borde de la cornisa.
Hasta que llegó el minuto 35, cuando Matías Corujo ingresó por el costado derecho y remató de aire. El balón parecía tener dirección afuera del campo de juego, pero apareció la pierna de Luis Payares que en su intento por despejar el balón terminó descolocando a Faryd Mondragón.
El partido se ponía 1-1 y la esperanza azulgrana reverdecía.
Desde ese momento, el mismo equipo pareció volver a creer. Mención especial merece el delantero español Daniel Güiza. El ariete seguía siendo el que más ganas ponía en cada balón que disputaba y era el encargado de animar a sus compañeros.
Cerro comenzó a presionar nuevamente. El tesón y el amor propio eran las armas azulgranas en reemplazo del buen fútbol que suele propugnar.
Así, llegó el minuto 42 cuando un remate terminó siendo desviado por la defensa colombiana. Sin embargo, para suerte cerrista, el balón quedó a los pies de Güiza.
El ariete, cumpliendo con su papel de goleador, estaba en el lugar y momento correctos para terminar enviando el balón al fondo de las redes.
Con el 2-1, llegaría a su final la primera etapa.
En la complementaria, Cerro comenzó siendo más punzante dentro del campo de juego. El Ciclón tenía el pie puesto en el acelerador y buscaba comenzar a cerrar el expediente.
Sin embargo, como ya había ocurrido en la primera mitad, con el paso de los minutos los colombianos fueron creciendo dentro del campo de juego para comenzar a crearle dolores de cabeza la defensa cerrista.
Una defensa azulgrana que estaba cediendo demasiadas facilidades a sus rivales. Los colombianos recibían el balón solos para tratar de sorprender con algún remate de media distancia.
En el minuto 56, el recién ingresado Carlos Rivas se encargaría de dar un anuncio con un potente remate de zurda desde fuera del área.
Pero ese aviso no fue escuchado por los cerristas. Cinco minutos después, el mismo Rivas volvió a recibir un pase y remató con fuerza para terminar venciendo a Roberto Fernández. Llegaba así el 2-2. Un empate que volvía a sembrar dudas, pese a que era el resultado que necesitaba el Ciclón.
Los colombianos siguieron buscando con insistencia, mientras que Cerro trataba de esperar el momento preciso para recurrir a alguna jugada rápida.
En el minuto 77, Matías Corujo remató desde afuera del área. El tiro se estrelló contra Andrés Pérez que se arrojó para desviar el balón, pero lo hizo con la mano.
El árbitro indicó tiro penal para los locales y mostró la segunda amarilla a Pérez que dejó a su equipo con un hombre menos.
Julio Dos Santos se encargó de la definición desde los doce pasos. Una definición muy hablada en lo previo, pues además de los reclamos colombianos, varios de los jugadores de Cali trataban de poner nervioso al 10 azulgrana.
Pero Dos Santos es conocedor de esta clase de situaciones. El jugador cerrista dio muestras una vez más de sus nervios de acero para definir de gran manera y poner el 3-2 para el Ciclón.
La fiesta en las gradas era total.
Cerro pudo ampliar el marcador, pero no supo aprovechar las varias chances que llegaron antes del final del encuentro.
El Ciclón terminó imponiéndose de local ante el Deportivo Cali. Sufriendo, el Azulgrana selló su pase a los octavos de final de la Copa Libertadores como el primero de su grupo.
Ahora, a esperar rival.
Fotos: Arcenio Acuña y Heber Carballo, ABC Color