De un campeón se espera mucho más
Un partido disputado en La Huerta sin el protagonismo de Libertad resulta atípico. Es que al no existir un funcionamiento colectivo, deberían surgir las individualidades para salir adelante.
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Nacional fue mejor en todas las facetas. Orden defensivo, dinamismo en el mediocampo y salidas rápidas, con movimientos coordinados, de los que careció el dueño de casa, lento, previsible, sin el cambio de ritmo requerido para romper un bloque tricolor tan sólido.
Fabián Franco se destacó porque fue firme en su andarivel y sobre todo por su aporte ofensivo. Un tiro libre suyo dio en el vértice del palo, otro pasó cerquita y sobre el cierre del primer tiempo un envío cruzado suyo de tres cuartos de cancha fue en dirección a Bailone, que dejó fuera de acción con un movimiento al portero Morínigo para el cierre sobre la zona izquierda de Richard Prieto, desde un ángulo cerrado.
La ventaja académica era más que justificada por el mejor desempeño frente al irreconocible Guma, que cerró una fracción inicial pobre, a ritmo cansino, sin ideas para sacar provecho del dominio territorial que lo tuvo por momentos.
Con los cambios, el local tuvo una leve mejoría, que le valió para al menos empujar en busca del empate, porque lucidez no la tuvo en ningún momento.
Un “balazo” de Diego Viera fue desviado por el Kili Rojas. Después, el zaguero central repollero fue expulsado al cortar como último recurso una posibilidad manifiesta de gol de Hugo Adrián Benítez.
Sin gol en tres fechas, un punto de nueve posibles, con un elenco sin rumbo futbolístico. Libertad necesita un cambio de timón, sobre todo para afrontar los octavos de final de la Copa Libertadores contra River Plate, porque en el plano local, el año está prácticamente salvado con la conquista del Apertura.
Bien por Nacional, que sabe a lo que juega. Prioriza su arco en cero, actúa con paciencia y explota los espacios generados. Por algo está bien arriba.