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El equipo del sur de Italia es líder de la Serie A desde la sexta jornada. En la 12ª se enfrenta al vigente campeón, que está a un punto tras la derrota napolitana 3-0 ante el Atalanta la pasada semana.
Tras proclamarse campeón en 2023 con Luciano Spalletti en el banquillo, el Nápoles vivió una temporada para olvidar, finalizando décimo, sin clasificación europea por primera vez desde 2010 y con tres entrenadores diferentes.
Para hacer borrón y cuenta nueva el propietario y presidente Aurelio De Laurentiis convenció a Conte, exseleccionador italiano (2014-2016), y técnico de la Juventus (2011-2014), Chelsea (2016-2018) e Inter (2019-21).
El antiguo centrocampista llegó con su equipo de entrenadores y con la condición de tener la última palabra en la configuración del plantel, declarando intransferibles a Khvicha Kvaratskhelia y Giovanni Di Lorenzo y recuperando a jugadores que habían perdido el ritmo como Frank Anguissa y Matteo Politano.
Mejor goleador del curso 2022-23, Victor Osimhen, cuyos comportamientos de estrella estaban provocando problemas, fue enviado como cedido al Galatasaray.
Además, el Nápoles invirtió 150 millones de euros (161 millones de dólares) en fichajes -el club que más gastó en la Serie A-, incorporando a los escoceses Scott McTominay y Billy Gilmour, al italiano Alessandro Buongiorno y al belga Romelu Lukaku, al que Conte siempre sabe sacar lo mejor.
Al contrario que otros candidatos al título, el Nápoles puede concentrarse solo en la competición nacional, un regalo para el estilo de Conte, basado en la presión constante, dejando la iniciativa al rival.
Su equipo, solo séptimo mejor ataque de la competición, no seduce como el grupo campeón de Spalletti, pero su eficacia le sitúa como claro candidato.
El Inter, que viene de ganar 1-0 al Arsenal en la Champions, será un termómetro perfecto de sus ambiciones.