Alonso, que debutó en la F1, a bordo de un Minardi, en un Gran Premio de Australia y hace exactamente 22 años -los que su cumplieron el pasado sábado- está a unos días de que se cumplan veinte de su primer podio. Con el que en esos momentos batió otro récord de precocidad, un día después de convertirse en el más joven en firmar una ‘pole’. En Sepang, Malasia. Donde acabaría tercero, por detrás del finlandés Kimi Raikkonen y del brasileño Rubens Barrichello.
Entre ese cajón y el del domingo, cuando el neerlandés Max Verstappen dio su primer paso hacia un tercer título seguido al ganar en Sakhir liderando junto a su compañero, el mexicano Sergio Pérez, un nuevo 'doblete' de Red Bull, faltan apenas tres semanas para que se cumplan exactamente 20 años.
Veinte años en los que Alonso -ausente dos de ellos, en los que ganó, entre otras cosas, el Mundial de Resistencia (WEC) y, en dos ocasiones, las 24 Horas de Le Mans- ha escrito con mayúsculas la historia de un deporte que es, al mismo tiempo, un gran espectáculo y un gigantesco negocio. Que son mucho más atractivos cuando se pone en manos de Fernando un coche con garantías.
Aston Martin demostró el domingo en el circuito del desierto que rodea Manama, la capital de Baréin (donde Alonso firmó tres de sus 32 victorias en la F1: en 2005 y 2006, los años de sus dos títulos, con Renault; y en 2010, en su primera carrera con Ferrari) que es el coche que más ha avanzado entre campañas. Séptimo el año pasado, el domingo fue el segundo de la parrilla, que dominó de nuevo Red Bull, que defiende ambos títulos: el de pilotos y el de constructores.
Con una potente inversión económica detrás y, aparte del genial piloto asturiano, con fichajes estelares como los de los ingenieros Dan Fallows -británico, que 'creció' al lado de su compatriota Adrian Newey, 'gurú' de la aerodinámica y padre de los grandes éxitos de Red Bull (cuatro 'dobletes' seguidos entre 2010 y 2013)- y el francés Eric Blandin, director técnico adjunto al anterior, Aston Martin ha dado un salto cualitativo inmenso. Con márgenes de mejora, además.
El campeonato es largo, de hecho es el más largo de la historia. Concluirá el último fin de semana de noviembre en Abu Dabi después de 23 carreras, entre ellas el Gran Premio de España -el 4 de junio- y el de México -el 29 de octubre-. Y pueden pasar muchas cosas, aún. Pero, de momento, la escudería que dirige el luxemburgués Mike Krack ocupa el segundo puesto en el Mundial de constructores, por detrás de Red Bull, que el año pasado puso fin a la mejor racha de la historia; la de Mercedes, con ochos títulos seguidos.
Alonso, que ganó su primera carrera también hace casi veinte años (el Gran Premio de Hungría de 2003, con Renault) y que firmó la trigésima segunda y hasta ahora última hace casi diez (en el de España de 2013, en el circuito barcelonés de Montmeló y para Ferrari), impresionó en los test de pretemporada, hace dos semanas y en idéntico escenario.
El genial piloto asturiano marcó el mejor crono en los entrenamientos del viernes; lideró el último ensayo antes de acabar quinto la calificación del sábado; y volvió a demostrar que nadie lo supera optimizando recursos al concluir tercero la primera carrera del año. Una prueba que su nuevo compañero, el canadiense Lance Stroll -hijo deLawrence, el multimillonario propietario de la escudería de Silverstone-, ausente por lesión durante la pretemporada más corta de la historia, acabó sexto.
Alonso volvió a brillar en la noche bareiní. Se quedó a uno del cien y se subió a su tercer podio en los últimos ocho años. El anterior había sido el 21 de noviembre de 2021, cuando acabó tercero el entonces debutante Gran Premio de Qatar: que ganó el inglés Lewis Hamilton -quinto en Baréin- por delante de Verstappen: en la antepenúltima prueba de un Mundial en el que la joven estrella neerlandesa (25 años) acabaría destronando al séptuple campeón mundial en la última vuelta de la última carrera.
Fernando confirmó una vez más lo declarado en una entrevista con Efe que tuvo lugar en Austria el año de su retorno a la Fórmula Uno: que en el automovilismo "lo más importante no es la edad, sino el cronómetro". El tiempo, nunca mejor dicho, le ha vuelto a dar la razón. Y sólo después de felicitar a todo su equipo y a su nuevo compañero -que, con las muñecas dañadas y medio cojo, a causa del accidente de bici que sufrió hace dos semanas acabó sexto-, se mostró exultante. Consciente de que puede volver al lugar que, sin duda, se merece.
Nunca, ni siquiera hace dos temporadas en el que había logrado en Lusail (Qatar), un podio provocó una reacción tan positiva entre los rivales de una de las grandes estrellas de toda la historia del deporte español; en una modalidad altamente competitiva y egocéntrica. Stroll y Alonso se fundieron en un fuerte abrazo nada más bajarse de sus coches; antes de que el catedrático de Oviedo se lanzase, en la zona del 'pit lane', sobre los mecánicos de su equipo. Y uno de los primeros en darle la enhorabuena, tras "una batalla dura, pero bonita", fue su compatriota y amigo Carlos Sainz (Ferrari), al que acababa de arrebatar el tercer puesto al rebasarlo en las últimas vueltas, relegándolo a la siempre desagradecida cuarta plaza final.
Lo hizo en una acción casi tan brillante como su espectacular adelantamiento en la décima de las quince curvas de Sakhir -en una zona casi tan imposible como los espacios del artista neerlandés M. C. Escher- a su otrora antagonista, Hamilton: con 38 años el segundo más veterano de la parrilla. El espectacular y excéntrico campeón de Stevenage también se apresuró en felicitarlo y en abrazarse a él en la zona de entrevistas con las televisiones.
Verstappen, que volvió a mostrar su condición de 'súper-depredador' al ganar con enorme autoridad, repitió lo que ya había manifestado el sábado: que se alegraba por Fernando, que esperaba seguir viéndolo en los puestos punteros y que su regreso a la cima era una "gran noticia para la Fórmula Uno".
El genio astur vivió momentos de euforia antes de poner de nuevo los pies en el suelo. Quedan 22 carreras -la siguiente dentro de dos fines de semana, en Arabia y en una pista completamente distinta- y pueden pasar infinidad de cosas, pero de entre todos los coches con motor de la otrora avasalladora Mercedes, el mejor clasificado en Baréin fue el Aston Martin de Alonso.
Y si el coche -"que hubiese seguido pilotando otra hora más, de lo bien que iba"- funciona, Alonso, aunque intente disimularlo, brillará.
Fernando no se pone límites. Sus seguidores tienen licencia para soñar.