Un cóndor permitió ubicar dormideros de los suyos

Tiene unos 10 años, mide alrededor de 1,30 de alto y cuando abre sus alas, unos tres metros de punta a punta. Se llama Chunka y es un cóndor hembra que porta en sus alas un rastreador que ha permitido descubrir al menos 78 lugares donde duermen esas aves.

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LOJA, Ecuador. Corría 2015 cuando en una de las visitas de Chunka a cóndores bajo cuidado humano en un centro de rescate en la zona andina del país, los cuidadores cerraron la jaula y colocaron un rastreador satelital al cóndor hembra, para soltarla cerca de un mes después.

Ya con una etiqueta con el número diez (chunka, en idioma quichua) en cada ala, los expertos detectaron que el ave recorrió en siete días unos 900 kilómetros entre Ibarra (norte) y Saraguro (sur) , explicó a Efe Fernando Juela, técnico de Patrimonio Natural de la dirección provincial del Ministerio de Ambiente de Azuay.

Constataron que desde finales de 2015, Chunka se instaló en el sur del país (en las provincias de Azuay, El Oro, Loja y Zamora) , y su actividad envió mucha información, en especial en la cuenca del río León, que se junta con el Santa Isabel y forma el Jubones.

Con los datos del rastreador, el Ministerio del Ambiente delimitó una potencial área de cerca de 35.000 hectáreas que podrían ser declaradas zonas de conservación, algo que ahora estudian distintos municipios del sector.

La actividad de Chunka desveló aproximadamente 78 dormideros de esas aves, lo que sirvió de base para el primer censo nacional de cóndores realizado en 2015, cuando se contaron “ 102 cóndores ” , y se constató que los individuos adultos eran el doble de los juveniles.

El hallazgo es “alarmante” para Juela, pues en una población saludable de cualquier especie, el número de jóvenes debe ser el doble de los adultos, dice, al agregar que los cóndores en vida silvestre pueden vivir hasta 45 años.

Además, el pronóstico que arrojó el estudio es que si se “continúa matando un solo cóndor cada año en todo el país, el horizonte de existencia de ese animal estaría en alrededor de unos 40-50 años”, señala.

Juela -que recordó que en 2013 se sentenció a un ciudadano a un año de cárcel y una multa por matar a un cóndor- considera que la “mayor amenazada” hacia el ave es la cacería y el envenenamiento.

“El cóndor es la especie silvestre que tiene más conflictos con la gente en el país por el tema del ganado”, indica.

En la zona de Seucer bajo, por el desierto de Jubones en Loja (sur) , Cristobal Dota, de 72 años, aprovecha un diálogo con Efe sobre el agua, las cosechas y el ganado, para comentar que ahí vio “algunos (cóndores) y bien cerca”.

Según él, los cóndores llegan a la zona entre octubre y noviembre. “Son bravos”, cuenta al relatar que cuando vio uno en una ocasión, él decidió imitar el ruido de un ternero, y de pronto “aparecieron cinco”.

“Me quedé calladito, tuve que salir calladito”, contó en medio de risas al recordar el susto que pasó por haber imitado a un ternero “para ver qué hacía el cóndor”. “Ya no les grité más”, dice Dota, de sombrero de ala ancha, botas de caucho y machete al cinto.

Con su rastreador, que está por expirar pues solo dura dos años, Chunka, la hembra adulta de cóndor, ha enviado datos de 5.000 posiciones en todo el país, de las que se han estudiado las más visitadas con regularidad por el ave.

En busca de más información sobre los cóndores en el sur del país, a finales del mes pasado realizaron un monitoreo con la participación de 273 personas, de unas treinta instituciones, en 86 puntos de las provincias de Zamora Chinchipe, Loja, El Oro, Azuay, Cañar y Morona Santiago.

Aunque los resultados de ese monitoreo aún están en estudio, Juela comenta que “muy probablemente” se verificó la existencia de nuevos nidos en “puntos totalmente novedosos” en cantones de Morona Santiago y Azuay, que nunca hubiesen imaginado.

Ratificaron con el estudio que la cuenca del río León sigue siendo de anidación y cría del cóndor andino, indica y añade que en 2015 se contabilizaron 19 cóndores en el sur del país, pero como se han visto individuos jóvenes, esperan que la cifra haya aumentado.

“Si al cóndor no lo salva la gente donde vive el cóndor, si no se convencen de que ellos tienen que salvarle, no habrá poder humano en este mundo que lo salve”, apunta, al asegurar que se puede declarar áreas protegidas en todo Ecuador, “pero si la gente no está convencida de eso, lo van a seguir matando”. 

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