El ingeniero aeroespacial murió el jueves, precisó su hija Anita Mitchell, al periódico local The Palm Beach Post.
Mitchell falleció poco después de conmemorarse el 45 aniversario de la misión Apolo 14, una expedición lunar de 10 días duración que estuvo compuesta también por Alan Shepard y Stuart Roosa y que despegó de la Tierra el 31 de enero de 1971.
“Como miembro del Apolo 14, Edgar es una de las únicas 12 personas que caminaron sobre la Luna y ayudó a cambiar cómo vemos nuestro lugar en el universo”, señaló hoy en una nota el administrador de la NASA, Charles Bolden.
Tras alunizar el 5 de febrero de ese año, Mitchell y Shepard desarrollaron sobre las zonas montañosas de Fra Mauro una expedición de 33 horas, hasta ese entonces la estancia más larga sobre suelo lunar, mientras que Roosa se mantuvo orbitando la zona en la nave.
En su única expedición a la luna, que concluyó el 9 de febrero, Mitchell ayudó a recolectar 41 kilos de rocas y muestras de tierra, que posteriormente fueron distribuidas para ser analizadas entre 187 equipos científicos de Estados Unidos y 14 países, según la NASA.
Nacido el 17 de septiembre de 1930, en Hereford, Texas, Mitchell obtuvo un doctorado en Ciencias Aeronáuticas por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y fue seleccionado para sumarse a la NASA en abril de 1966.
Poco después de su expedición, el astronauta se retiró de la agencia aeroespacial y en 1973 fundó el Institute of Noetic Sciences, con el fin de abordar desde varias disciplinas científicas el estudio de la percepción humana, de acuerdo con el comunicado de la familia y que publicó la Fundación de Estudios Astronautas, de la que fue miembro de su junta de directores.
La naturaleza de la conciencia humana fue su principal foco de interés científico, sin duda alimentada tras su experiencia lunar, y que marcó su posterior trayectoria fuera de la NASA.
Mitchell fue autor de diversas publicaciones, entre ellas El Camino de los Exploradores (1966), en la que escribió: “Hay una percepción de que nuestra presencia como viajeros espaciales y la existencia del universo en sí mismo, no fue accidental sino que hubo un proceso inteligente en curso”.
Una de las dos hijas del astronauta, Karlyn Mitchell, describió a su padre como un hombre de “extraordinarios talentos y tremenda fortuna” y que nunca se cansó de “animar a otros a luchar y explorar”.
El ingeniero aeroespacial, que en octubre de 1997 fue incluido en el Salón de la Fama de los astronautas estadounidenses, donó en 2006 al Museo de Ciencias del Sur de Florida, ubicado en West Palm Beach, una roca lunar que le fue otorgada por la NASA en reconocimiento a sus logros en programas espaciales.
Mitchell era el único sobreviviente de la expedición Apolo 14, tras la muerte de Shepard en 1998 y de Roosa en 1994. Le sobreviven dos hijas naturales, tres hijos adoptados, nueve nietos y un bisnieto.