Por su parte, la sonda rusoeuropea TGO (Trace Gas Orbiter), de la cual se separó el módulo “Schiaparelli”, seguía funcionando sin problemas, lo que hace esperar el éxito de la misión ExoMars.
TGO cambió de trayectoria en la noche del domingo para alejarse de Marte tras haber lanzado el módulo, anunció el lunes la Agencia Espacial Europea. Esta importante maniobra “transcurrió como estaba previsto”, dijo en un tuit Micha Schmidt, director adjunto de vuelo de ExoMars en el Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC), en Darmstadt (Alemania).
“La sonda TGO está bien y en ruta para el próximo gran acontecimiento: su inserción en la órbita de Marte”, agregó. TGO debía imperativamente concretar esa maniobra porque de lo contrario se hubiera estrellado contra Marte. TGO está encargado de “olfatear”, a partir del inicio del 2018, la atmósfera marciana para detectar rastros de gases como el metano, lo que podría indicar una forma de vida actual en el Planeta Rojo.
Tras un periplo de siete meses para llegar a Marte, Schiaparelli se separó como estaba planificado de la sonda ruso-europea TGO (Trace Gas Orbiter) hacia las 14:40 GMT del domingo (11:40 hora paraguaya). “Ahora está en vigilia, para limitar el consumo eléctrico”, dijo a la AFP Richard Bessudo, del grupo aeroespacial franco-italiano Thales Alenia Space, que preparó el proyecto ExoMars. “Schiaparelli se despertará quince minutos antes de entrar en la atmósfera marciana”, agregó Bessudo.
Posarse en Marte es un desafío tecnológico para Europa, que quiere probar que domina ese ejercicio. Hasta ahora sólo los estadounidenses lograron posar en Marte módulos que pudieron funcionar. Se trata de la segunda vez que Europa intenta posar un módulo en Marte. Hace trece años, la sonda europea Mars Express había lanzado el minimódulo de aterrizaje Beagle 2, de concepción británica, que no dio nunca señales de vida. Sin embargo, se sabe desde 2015 que Beagle 2 se posó efectivamente en Marte.
El gran salto de Schiaparelli es la primera etapa de ExoMars, una ambiciosa misión científica europeo-rusa en dos etapas (2016 y 2020) que apunta a buscar indicios de vida actual o remota en Marte. En 2020, Europa y Rusia enviarán un robot que incorporará los desarrollos tecnológicos de Schiaparelli. Este aparato va a efectuar perforaciones para seguir la búsqueda de rastros de vida, esta vez centrándose en la posibilidad de que el Planeta Rojo hubiera podido albergar bacterias.
TGO y Schiaparelli, bautizado en honor al astrónomo italiano del siglo XIX, han recorrido casi 500 millones de kilómetros desde su lanzamiento en el cohete Proton desde la plataforma de Baikonur, en Kazajistán. El módulo es una cápsula de 2m40 de diámetro que se parece a una “piscina inflable para bebé”, según Michel Denis, director de vuelo de ExoMars.
El descenso de un millón de kilómetros de Schiaparelli durará tres días, pero sólo seis minutos entre el momento en el que entrará en la atmósfera marciana y su impacto en el suelo. Para proteger al módulo, un “aerocasco” absorberá y disipará el calor generado por la fricción atmosférica en los primeros tres o cuatro minutos.
Al llegar a la altitud de 11 km y la velocidad de 1.700 km/h, abrirá un paracaídas supersónico, explicó la ESA. Cuarenta segundos después, la velocidad se reducirá a 250 km/h. Desechará la parte delantera del casco, así como la mitad trasera con el paracaídas atado. “Schiaparelli” activará entonces nueve propulsores de control de velocidad. Se mantendrá brevemente a una altura de dos metros antes de cortar sus motores y caer sobre la superficie.
Schiaparelli debe posarse en la planicie ecuatorial de Meridiani Planum, la zona en la que se posó en 2004 el módulo estadounidense Opportunity. El módulo estará equipado con una pequeña estación meteorológica que medirá la presión, la temperatura y la velocidad del viento, y también los campos eléctricos que hay en la superficie de Marte. Sin embargo, la vida de “Schiaparelli” será corta y la sonda tendrá entre dos y ocho días para cumplir su cometido, ya que sólo tiene una batería que no es recargable.