Tres buques especializados partieron como previsto en junio y capturaron 43 ballenas Minke y 143 rorcuales boreales, precisó la misma fuente.
La caza de ballenas es “necesaria” para estimar la cantidad de potenciales capturas a largo plazo, justificó la agencia, cuyo objetivo es “reanudar algún día la pesca comercial”, precisó a la AFP el funcionario Kohei Ito.
Japón firmó la moratoria de caza de ballenas de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) pero afirma que recurre a ella con fines de investigación, en el Pacífico así como en el Antártico.
Las organizaciones de defensa de los cetáceos denuncian la argumentación así como varios países, que estiman que Tokio utiliza de manera deshonesta una excepción de la moratoria de 1986.
En 2014 la Corte Internacional de Justicia ordenó a Tokio poner fin a la caza en aguas del Antártico, estimando que no cumplían los criterios científicos exigidos.
Japón había anulado su campaña de invierno de 2014-2015 pero reanudó la pesca al año siguiente.
El Antártico fue escenario de choques entre los balleneros japoneses y los defensores de los cetáceos hasta que la organización ecologista Sea Shepherd anunció el mes pasado que renunciaba a hostigar a los balleneros japoneses en el Sur, reconociendo sus propios límites frente a la potencia marítima nipona.
Noruega, que considera que la moratoria de 1986 no la alcanza y a la que se opuso, e Islandia son los únicos dos países en el mundo que practican abiertamente la caza comercial.
Japón intenta por su parte probar que la población de cetáceos es lo suficientemente importante como para soportar que se reanude la caza comercial.
El consumo de ballena tiene una larga tradición en Japón en donde la caza se practica desde hace siglos. La industria ballenera tuvo su auge luego de la Segunda Guerra Mundial, el animal aportaba proteínas a los habitantes del archipiélago.
Sin embargo la demanda de los consumidores japoneses cayó considerablemente los últimos años por lo que se duda del sentido de las misiones científicas.