Este estudio que apuntaba que en el país se reparten 1,5 millones de bolsas por hora, algo que solo ahora comienza a ser cuestionado. Una costumbre también arraigada en el gigante suramericano, que denota una falta de concienciación sobre los recursos plásticos, es el uso extendido que se hace en la hostelería de las pajitas de plástico, algo ya combatido por grupos ecologistas en otros países y que en Brasil poco preocupa.
De acuerdo con el último informe de la Asociación Brasileña de la Industria del Plástico (Abiplast) que analiza el consumo y producción del sector, Brasil consumió el año pasado 6,5 millones de toneladas de este material, del cual solo un cuarto se procesa y recicla.
Con el comienzo de siglo XXI empezó también una mayor sensibilización global sobre la reducción del consumo de plástico, y, con esta voluntad, países como China o Australia prohibieron hace más de diez años la distribución gratuita de bolsas de este material, impulso sostenible este que, con cierto retraso, está empezando a llegar a Brasil.
Recientemente la ONG Meu Rio, cuya coordinadora, Debora Pio, la define como “una red de movilización que quiere un Río de Janeiro más transparente, inclusivo y sostenible”, llevó al legislativo municipal una iniciativa para prohibir el uso de pajitas de plástico en la ciudad, la cual fue aprobada.
“Presionamos al concejal Jairinho (MDB) para que él propusiera este proyecto de ley y después para que fuera aprobado en el Concejo Municipal y, por fin, presionamos al alcalde para que la sancionara”, explicó Pio al ser interrogada por Efe sobre el proceso por el cual consiguieron que Río de Janeiro fuera la primera ciudad brasileña en prohibir el uso de pajitas plásticas.
“Sabemos que Brasil todavía utiliza mucho plástico, principalmente bolsas”, apuntó Pio, una preocupación que abordó el gobierno del Estado de Río de Janeiro hace apenas un mes, cuando sancionó una ley que prohíbe también la distribución de bolsas gratuita en todas las ciudades de este estado brasileño.
“Los establecimientos comerciales tendrán hasta 18 meses para sustituir las bolsas plásticas por otras producidas con materiales procedentes de fuentes renovables”, anunció la gobernación.
La nueva ley fija en 18 meses el plazo para que las pequeñas empresas hagan la sustitución, mientras que para las más grandes será de 12 meses, además de determinar que las nuevas bolsas estén compuestas por al menos un 51 % de material renovable, como el bioplástico, explicaron voceros desde el Ejecutivo fluminense.
En los últimos meses Río de Janeiro se sumó al impulso global de concienciación y preocupación por la contaminación plástica que inunda nuestros mares, algo que facilitó la aprobación de la ley de las pajitas, la cual, enfatizó Pio, “se consiguió en un tiempo récord”.
La aprobación del texto, “que logramos en menos de una semana, no fue tan difícil porque había un clima y una cierta voluntad política para que eso sucediera rápido, pero generalmente no es así”, añadió.
Estas iniciativas que se están promoviendo desde Río, la ciudad más emblemática de Brasil, contrastan con la lentitud con la que normalmente se aprueban este tipo de leyes en el país, donde, según Pio, “es difícil, pues los ritos de las instituciones legislativas, la mayoría de las veces, son largos y burocráticos”.
Aunque la ecologista dijo que no tienen datos fehacientes de esta falta de sensibilización de la sociedad brasileña, manifestó que “por supuesto tienen esa percepción” y añadió que se debe a un conjunto de variables tales como “la falta de programas educativos y falta de incentivo para el reciclaje”, entre otros.
Otro problema de Brasil en este ámbito es que el reciclaje del plástico-película, el tipo de material con el que se fabrican las bolsas que utiliza el comercio, es todavía muy pequeño.
Desde el Ministerio de Medio Ambiente de Brasil invitan a las personas a reflexionar y a consumir bolsas de plástico de manera consciente, lo que, apuntan, pasa por formularse preguntas como, si la compra es pequeña, ¿no cabe en su bolso o bolsillo? o ¿puedo comprar una bolsa grande reutilizable en más ocasiones?
Desarrollar este pensamiento crítico “es el primer paso para transformar nuestros hábitos”, reza el comunicado de la cartera medioambiental, y es que resulta fundamental comenzar por una sensibilización de la población brasileña para lograr el tan necesario consumo consciente en el país.