Un almacén frigorífico privado, en una zona industrial a 10 km de esa ciudad situada al pie de los Alpes franceses, vio llegar el jueves toneladas de hielo boliviano, pudo constatar la AFP.
Divididos en 250 partes de un metro, los “testigos de hielo” –muestras cilíndricas de hielo– sudamericano recorrieron un periplo de 10.000 km en 50 días. Una operación inédita para la unidad logística Ulisse del Centro Nacional francés de Investigación Científica (CNRS).
El proyecto internacional “Ice Memory” de preservación del hielo de glaciares amenazados en todo el mundo por el calentamiento global acaba de superar una nueva etapa.
“Habíamos empezado en agosto de 2016 con una muestra del Dôme (a 4.300 metros), bajo la cumbre del Mont-Blanc y allí, en junio, fue la segunda operación en el glaciar del Illimani, a 6.300 metros de altitud, justo al lado de La Paz”, cuenta Jérôme Chappellaz, director de investigación en el CNRS y coiniciador del Ice Memory.
“La tercera operación será conducida en 2018 con nuestros compañeros rusos en el glaciar del monte Elbrús en el Cáucaso ruso entre el mar Negro y el mar Caspio”, agrega el glaciólogo.
“Si todo va bien”, dice, porque todo depende de los fondos que se recauden de los mecenas privados para financiar los esfuerzos de los investigadores.
En total, el proyecto representa una suma de dos millones de euros. “Tenemos la mitad”, señala Chappellaz.
“Ice Memory” ambiciona no solo extraer muestras de glaciares y estudiarlas, sino también almacenarlas en la Antártida, “mejor congelador del mundo”, en una cueva todavía por cavar a 10 metros de profundidad.
A 1.100 km en el interior del continente blanco, reinan temperaturas medias de -55º C, independientes de cualquier eventualidad energética.
En espera de que este futuro muestrario mundial esté listo “para dentro de tres o cuatro años” , los investigadores examinarán los preciados materiales extraídos de los glaciares.
Alpina o andina, cada muestra de hielo servirá para mediciones de referencia: “vamos a manejar todos los análisis geoquímicos y físicos que seamos capaces de producir hoy para informar a las generaciones futuras”.
El Illimani tiene “esta increíble oportunidad de transportarnos hasta 18.000 años en el pasado, a la época de la última glaciación de nuestro planeta”, se entusiasma Chappellaz.
Así se podrían rastrear las huellas del fenómeno meteorológico conocido como El Niño a través de los últimos milenios, para comprender su fortalecimiento estos últimos años y en especial en 2016.
Los científicos también son conscientes de que la ciencia de las muestras de hielo, nacida en los años 1960, es “joven” y aunque actualmente se dedica al mediombiente y al clima, podrá evolucionar, conforme a los avances tecnológicos y las nuevas ideas científicas.