La organización ecologista elaboró en enero una lista con 16 marcas que utilizan el aceite de palma para producir alimentos, cosméticos y productos de higiene personal, entre otros, y aseguró que la mitad de ellas se negaron a revelar sus proveedores.
De estas, General Mills, Mars, Mondelez, Nestlé, Procter & Gamble, Reckitt Benckiser, Colgate-Palmolive y Unilever accedieron a publicar los grupos y refinerías detrás de su cadena de producción.
En cambio, Ferrero, Hershey, Kellogg's, Kraft Heinz, Johnson & Johnson, PepsiCo, PZ Cussons y Smucker's evitaron revelar la información, según Greenpeace.
En 2010, las empresas del Foro de Bienes de Consumo se comprometieron a “limpiar” sus cadenas de producción en 2020 y en 2014 más de 50 de las mayores compañías volvieron a acordar, junto a varios gobiernos, el fin de la deforestación para ese año.
“Las marcas han prometido repetidamente que acabarán con la deforestación en el aceite de palma para 2020. A falta de dos años, están muy lejos (de lograrlo)”, dijo el director de la campaña de bosques indonesios de Greenpeace, Kiki Taufik, en un comunicado.
El principal sello de sostenibilidad del sector es el establecido por la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible, que considera las plantaciones libres de deforestación cuando no afectan a bosques primarios o si son anteriores a 2005.
En abril de 2017, el Parlamento Europeo aprobó una resolución no vinculante para establecer un sistema de certificación único que garantice que el aceite de palma que entra en la Unión Europea se produce de forma sostenible.
Cerca de 24 millones de hectáreas fueron destruidas entre 1990 y 2015 en Indonesia, lo que le ha convertido en el país con la mayor pérdida de bosque tropical, según indicó Greenpeace de acuerdo a datos del ministerio de Medio Ambiente indonesio.
Indonesia es el mayor productor de aceite de palma del mundo y uno de los mayores productores de papel y madera, industrias que con la minera contribuyen a la deforestación.