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Las líneas de Nazca, como son conocidos los misteriosos y antiguos geoglifos ubicados en el desierto de Nazca, en Perú, se vieron alteradas por la visita de activistas de la organización ecologista internacional Greenpeace, que se acercaron a uno de los geoglifos para desplegar un mensaje de protesta dirigido a los 10.300 participantes de 195 países que se encuentran reunidos en Lima con motivo de la vigésima cumbre de Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP20).
Tras la reacción de indignación del público y las autoridades peruanas por el hecho de que los activistas ingresaron sin autorización en la madrugada del lunes a una zona considerada “intangible”, Greenpeace se pronunció asegurando que sus representantes -entre los que se incluyeron activistas de Alemania, Argentina, Austria, Brasil, Chile, España e Italia – se desenvolvieron con el mayor cuidado y no causaron daños a los geoglifos.
Sin embargo, como señala el diario peruano El Comercio, los activistas de Greenpeace no tuvieron en cuenta una medida básica para no alterar el terreno en torno a los geoglifos: ingresaron con zapatos y botas de uso corriente, como se aprecia en las imágenes que la propia ONG internacional difundió.
Para no alterar el delicado suelo volcánico de la zona, es necesario ingresar con calzados especiales y tener mucho cuidado al andar, esforzándose en levantar bien los pies y moverse despacio.
Fotografías aéreas tomadas luego de la incursión de los activistas al área del icónico geoglifo del “Colibrí” muestran una clara línea nueva evidentemente causada por los miembros de la ONG.
“A raíz de que esta gente se ha metido de noche y ha caminado en una fila india, ha generado una línea adicional. Efectivamente no han tocado la figura del Colibrí, pero ahora tenemos una figura adicional que son las pisadas de esta gente “, dijo a El Comercio el viceministro de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales de Perú, Luis Jaime Castillo .
Las líneas de Nazca -que van desde simples líneas y formas geométricas hasta decenas de diseños zoomórficos como el mencionado “Colibrí”- se realizaron creando supercifiales “trincheras” removiendo las piedras rojizas a fin de revelar la arena blanca del desierto para dar forma a los diseños.
A diferencia de la creencia popular que indica que sólo pueden verse desde el aire, los diseños pueden ser distinguidos desde las cimas de colinas colindantes. El área que abarcan las líneas comprende unos 500 kilómetros cuadrados. Las figuras más grandes tienen alrededor de 270 metros.
El clima en el desierto de Nazca, extremadamente seco y carente de viento, ha ayudado a preservar las líneas a través de los siglos.
Se cree que las líneas de Nazca fueron creadas por la cultura nazca que habitaba en la zona entre los años 400 y 650 d.C. La primera referencia escrita a las líneas procede del conquistador español Pedro Cieza de León, que las registró en el año 1553.
Sin embargo, el interés en la misteriosa y masiva colección de geoglifos no tomaría vuelo hasta la década de 1920, cuando el arqueólogo peruano Toribio Mejía Xesspe se percató de ellas. En la década de 1940 las líneas fueron estudiadas por el arqueólogo estadounidense Paul Kossok y su colega alemana Maria Reiche, con el fin de determinar cómo fueron hechas y su propósito. Lo primero probó ser mucho más fácil que lo segundo.
La mayoría de los expertos asignan significados religiosos a las figuras, especulando que fueron realizadas por los nazca para que sus dioses las vieran desde el cielo. Kosok y Reiche postularon que las líneas cumplían funciones de astronomía y cosmología similares a las de primitivas estructuras de otras civilizaciones como el famoso Stonehenge, en Inglaterra; en este caso las figuras serían representaciones de las constelaciones.
La Unesco declaró a las líneas de Nazca un Patrimonio de la Humanidad en 1994.