Crías de peces payaso nadan hasta 400 kilómetros para volver a casa

CAIRNS. Las crías de los peces payaso, especie que popularizó el largometraje animado “Buscando a Nemo”, son capaces de viajar hasta 400 kilómetros para retornar a casa, según un estudio internacional publicado en Australia.

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Estos peces naranjas y blancos con franjas negras, de nombre científico Amphiprion ocellaris, moran en las aguas de los océanos Índico y Pacífico, y cuando son adultos se protegen entre las anémonas.

“En el pasado, no sabíamos adónde iban, pero ahora tenemos una rara pista de cuán lejos pueden nadar, cruzando grandes porciones de océanos para hallar sus nuevos hogares”, explicó el científico Hugo Harrison, de la Universidad James Cook de Australia, que participó en esta investigación.

El experto en corales acotó que tener un mayor conocimiento respecto a la distancia que viaja esta especie contribuye a entender la capacidad que tienen para adaptarse a los cambios. “A mayor distancia, mayor capacidad para adaptarse”, enfatizó Harrison, en un comunicado de la Universidad James Cook.

El coautor de este trabajo, Stephen Simpson, de la británica Universidad de Exeter, se centró en las dos poblaciones del pez payaso de Omán (Amphiprion omanensis).

Simpson explicó que “solamente hay dos sistemas de arrecifes coralinos en esas costas y están separadas por 400 kilómetros de aguas marinas”, y detalló que, “para poder sobrevivir, los peces deben migrar entre estas dos poblaciones”.

Los científicos también hallaron que la mayoría de los peces se desplaza de norte a sur, de acuerdo a las corrientes en dicha región dominada por el monzón, mientras que muy pocos lo hacen en sentido contrario.

“Es un viaje épico para estos pequeños. Cuando regresan al arrecife, solo tienen unos pocos milímetros de longitud y pocos días de nacidos. Para poder hacer este desplazamiento se ayudan de las corrientes oceánicas”, subrayó el científico británico.

Los investigadores también recogieron muestras de casi 400 peces payaso y se valieron de pruebas de ADN para identificar a los que se desplazaron entre los dos sistemas coralinos en Omán.

De ese modo, se pudo observar la firma genética de cada pez y determinar su pertenencia. “Fue como hallar a un inglés en Nueva York”, comentó Simpson al hacer un paralelo entre las marcas genéticas de los peces y los acentos de un inglés y un estadounidense.

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