Varios estudios han explorado hasta ahora el potencial para tratar la depresión de la ketamina, un fuerte anestésico general veterinario, con propiedades analgésicas, que ha desplazado en popularidad a otras drogas sintéticas ilegales en los últimos años. Investigadores de la Universidad de Yale (EE.UU.) trataron de explicar el por qué de esa propiedad en un estudio que hoy publica la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences.
Hasta ahora se sabía, por estudios previos, que la ketamina puede actuar más rápido que otros antidepresivos, con resultados en cuestión de horas en lugar de semanas o meses, y que puede usarse en pacientes que no ha respondido bien a otros tratamientos. No obstante, el potencial de efectos secundarios y de adicción que genera la droga han limitado su uso generalizado, según recuerda el estudio.
El equipo de investigadores de Yale, liderado por el doctor Ronald S. Duman, concluyó que la droga podría actuar estimulando la región infralímbica de la corteza prefrontal del cerebro, conocida como IL-PFC. Para determinarlo, los científicos “modularon la actividad de las neuronas de la región IL-PFC” en ratas y supervisaron las respuestas en el comportamiento de los roedores y los cambios en su estructura neuronal.
“Los autores comprobaron que la falta de activación neuronal de la región IL-PFC bloqueaba los efectos de la ketamina sistémica, y que una inyección localizada de ketamina en el IL-PFC reproducía los efectos en el comportamiento de la ketamina sistémica”, indica la investigación.
“La ketamina podría estimular una ráfaga de glutamato en la corteza prefrontal, un área que por lo que se ha reconocido hasta ahora, tiene un rol en el comportamiento depresivo”, añade. Los resultados del estudio apuntan, según sus autores, a que un mayor estudio de esa región del cerebro “podría llevar al desarrollo de otros tratamientos rápidos y de larga duración” contra la depresión, dados los efectos secundarios y la adicción que genera la ketamina.