La Gran Barrera, inscrita en el patrimonio mundial de la Unesco en 1981, se extiende sobre una superficie de 345.000 km2 a lo largo de la costa australiana y es el mayor conjunto coralino del mundo, con 3.000 tipos de recifes y centenares de islas tropicales.
Pero ahora está amenazada por el blanqueo de los corales causado por el cambio climático, por las actividades industriales o agrícolas, y también por una nociva e invasiva estrella de mar, la “corona de espinas” o acantáster púrpura.
Esta estrella, que se alimenta casi exclusivamente de corales, puede llegar a tener un metro de diámetro y está dotada de un veneno tóxico para el hombre.
Su impacto en la Gran Barrera es importante, según un estudio de 2012, que consideró que un 42% del daño que han sufrido los corales en los últimos 27 años se debía a esta plaga.
Pero una investigación del Instituto Australiano de Ciencias Marinas (AIMS) mostró que estas estrellas de mar evitan las áreas del Pacífico donde vive el “charonia tritonis”, un gasterópodo también conocido como “tritón gigante”.
Este caracol marino, que posee un espectacular caparazón que puede medir hasta 50 centímetros de largo, tiene un olfato muy desarrollado que le sirve para cazar.
Las investigaciones han demostrado que estos caracoles son muy aficionados a alimentarse de las estrellas de mar “coronas de espina”.
Pero el número de estos animales marinos ha declinado con fuerza, ya que son muy preciados por sus caparazones.
El gobierno australiano anunció este lunes que va a otorgar fondos para financiar la investigación sobre la cría de estas caracolas.
“Si la investigación se revela exitosa, los científicos estudiarán el impacto de los caracoles gigantes en las estrellas de mar ’corona de espina’ y evaluarán su potencial como herramienta para reducir la desaparición de los corales”, declaró el parlamentario Warren Entsch.
Las caracolas marinas o “tritones gigantes” que están en los laboratorios del AIMS han puesto varios huevos que han permitido en el último mes el nacimiento de más de 100.000 larvas. Pero los conocimientos sobre su ciclo de vida son por ahora muy limitados.
El AIMS ha necesitado dos años para poder capturar a ocho tritones gigantes.
“Todavía no sabemos mucho sobre ellos, lo que comen, si son nocturnos o no, y es la primera vez que intentamos hacer una labor de cría” en acuicultura, declara a la AFP la ecóloga Cherie Motti, responsable de las investigaciones.
El trabajo se concentrará en el desarrollo de larvas y el objetivo final es poder soltar especímenes de tritones gigantes durante los períodos en que las estrellas de mar invaden los arrecifes de corales.
“Si podemos tener un depredador natural capaz de hacer nuestro trabajo, ya sería un muy buen resultado”, asegura Motti.
No hay de momento consenso científico alguno sobre las razones que expliquen las invasiones de las estrellas de mar “coronas de espinas”, que constituyen una verdadera plaga en varias regiones del Pacifico y del océano Índico.