Un equipo internacional de científicos especializados en ciencias de la Tierra ha descubierto por qué muchas islas oceánicas alejadas de los límites de las placas tectónicas contienen materiales continentales, pese a encontrarse en mitad de los océanos.
Los científicos han descubierto que los continentes se desprenden lentamente desde abajo, y que ese material alimenta la actividad volcánica en los océanos.
Mediante análisis geoquímicos y estudios de modelización, han observado que cuando los continentes se separan, se crea una onda a más de cien kilómetros de profundidad que raspa material de la parte inferior de los continentes.
Después, ese material es transportado lateralmente al manto terrestre bajo los océanos donde alimentan erupciones volcánicas en la corteza oceánica durante millones de años.
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El estudio, publicado en Nature Geoscience, liderado por la Universidad de Southampton (Reino Unido) y realizado junto al Centro Helmholtz de Geociencias GFZ de Potsdam (Alemania), la Universidad de Potsdam (Alemania), la Universidad Queen’s de Canadá y la Universidad de Swansea (Reino Unido), resuelve un antiguo misterio geológico.
Muchas islas oceánicas, como la de ‘Christmas’, en el noreste del océano Índico, contienen niveles inusualmente altos de elementos denominados ‘enriquecidos’ que normalmente se encuentran en los continentes.
“Sabemos desde hace décadas que algunas partes del manto bajo los océanos parecen extrañamente contaminadas, como si fragmentos de antiguos continentes hubieran acabado allí de alguna manera”, afirma Thomas Gernon, profesor de Ciencias de la Tierra en Southampton y autor principal del estudio.
“Pero no hemos sido capaces de explicar adecuadamente cómo llegó allí todo ese material continental”, reconoce Gernon.
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El estudio propone una respuesta novedosa: los continentes no solo se separan en la superficie, sino que también se desprenden desde abajo, y a distancias mucho mayores de lo que se creía posible.
“Hemos descubierto que el manto sigue sintiendo los efectos de la ruptura continental mucho tiempo después de que los propios continentes se hayan separado. El sistema no se detiene cuando se forma una nueva cuenca oceánica: el manto sigue moviéndose, reorganizándose y transportando material enriquecido lejos de su lugar de origen”, comenta Sascha Brune, del GFZ de Potsdam y coautor del estudio.
Para llegar a esta conclusión, el equipo analizó datos geoquímicos de diversas regiones de la Tierra, incluida la provincia de montes submarinos del océano Índico, una cadena de formaciones volcánicas que se formó tras la ruptura del supercontinente Gondwana hace más de 100 millones de años.
Mediante simulaciones y análisis químicos, descubrieron que, poco después de la ruptura de Gondwana, apareció bajo el océano recién formado un material inusualmente enriquecido con una huella continental que generó fundidos que ahora se pueden encontrar en islas oceánicas y montes submarinos sumergidos.
Ondas del manto
A lo largo de millones de años, esta señal química se desvaneció a medida que se ralentizaba el flujo de material procedente del interior del continente, y esto ocurrió sin que hubiera habido una pluma del manto.
“No descartamos las plumas del manto, pero nuestro descubrimiento apunta a un mecanismo completamente nuevo que también influye en la composición del manto terrestre. Las ondas del manto pueden transportar material continental hasta el manto oceánico, dejando atrás una huella química que persiste mucho tiempo después de que los continentes se hayan separado”, apunta Gernon.
El estudio se basa en el reciente descubrimiento del equipo de que las ‘ondas del manto’ también pueden provocar cambios drásticos en las profundidades de los continentes, un trabajo que demostró que estos movimientos lentos y ondulantes en el manto terrestre pueden ayudar a desencadenar erupciones de diamantes e incluso remodelar paisajes a miles de kilómetros de distancia de los bordes de las placas tectónicas.
