Un nuevo documental de Netflix ha reavivado el interés por lo sucedido en agosto de 2005 en Nueva Orleans. “Katrina: contra viento y marea” es el nombre del material, y abarca historias reales de sobrevivientes, lo que vivió toda una población días previos, durante y las secuelas en un doloroso después. ¿Cómo fue el paso del devastador huracán?
Qué fue y por qué se intensificó el huracán Katrina
El huracán Katrina fue un ciclón tropical que alcanzó la categoría 5 sobre las aguas del Golfo de México y tocó tierra como categoría 3, con vientos de alrededor de 205 km/h.
La intensificación extrema se explicó por una combinación de temperaturas del mar inusualmente altas —incluido el aporte de la Corriente del Lazo—, baja cizalladura vertical del viento y un núcleo interno bien organizado.
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En esas condiciones, el calor oceánico profundo alimentó ciclos de reemplazo de la pared del ojo y una rápida caída de la presión central (llegó a niveles propios de categoría 5 en mar abierto), lo que potenció el oleaje de tormenta, la variable más destructiva en zonas costeras bajas.
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Cronología esencial del paso de Katrina
- 23 de agosto de 2005: se forma una depresión tropical al este de las Bahamas.
- 24 de agosto: pasa a tormenta tropical y recibe el nombre Katrina.
- 25 de agosto: se vuelve huracán de categoría 1 y cruza el sur de Florida; luego se debilita al ingresar al Golfo de México.
- 27-28 de agosto: se intensifica rápidamente sobre aguas muy cálidas del Golfo y alcanza categoría 5 en mar abierto.
- 29 de agosto: toca tierra como categoría 3 en la Costa del Golfo; el oleaje de tormenta y posteriores fallas en los diques provocan inundaciones masivas en Nueva Orleans.
- 30-31 de agosto: continúan los rescates y las evacuaciones mientras se reportan múltiples brechas en los sistemas de contención de agua.
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El colapso de los diques y la inundación
El desastre urbano no se debió solo al viento. Nueva Orleans, asentada en gran parte por debajo del nivel del mar y rodeada de lagos y humedales degradados, dependía de diques y bombas para mantenerse seca.

El oleaje de tormenta —exacerbado por la gran extensión del campo de vientos— generó sobrecargas, sobrepasamientos y fallas estructurales en más de 50 puntos de contención.
Investigaciones posteriores del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos atribuyeron brechas críticas a deficiencias de diseño y construcción, además de una peligrosa subestimación de escenarios extremos.
El resultado: cerca del 80% de la ciudad quedó inundada, con barrios donde el agua superó varios metros de altura.
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Física del oleaje de tormenta
A diferencia del “muro” de viento que solemos imaginar, el principal impulsor del daño costero fue la acumulación sostenida de agua por la presión atmosférica baja y el empuje del viento sobre una amplia superficie oceánica.
Al coincidir con plataformas costeras someras y líneas de costa en forma de embudo, el nivel del mar se elevó de manera extraordinaria. En tramos de la Costa del Golfo se midieron marejadas superiores a 8 metros, arrasando con edificaciones, rutas y servicios.
Lluvia, viento y pérdida de humedales
Las precipitaciones intensas saturaron la cuenca urbana y las ráfagas dañaron infraestructura, pero la pérdida histórica de marismas y barreras naturales al sur de la ciudad también agravó la exposición.

Esos ecosistemas atenúan la energía de las olas; su retroceso, combinado con subsidencia del terreno, dejó más desprotegidos los bordes urbanos.
Cifras verificadas

- Víctimas fatales: alrededor de 1.833 muertes atribuidas directa e indirectamente al evento, según recuentos oficiales consolidados.
- Daños materiales: cerca de US$ 125.000 millones (dólares de 2005), una de las catástrofes más costosas registradas en Estados Unidos.
- Desplazamientos: más de 1 millón de personas tuvieron que evacuar, con cientos de miles de residentes desplazados por meses o años.
- Impacto urbano: aproximadamente 80% de Nueva Orleans quedó bajo agua; decenas de miles de viviendas quedaron inhabitables.
Lecciones de ingeniería y gestión del riesgo
Tras la emergencia, se rediseñó el sistema regional de diques, compuertas y estaciones de bombeo para resistir escenarios más severos, integrando criterios de “defensa en profundidad”: obras más altas y robustas, protección contra socavación, compuertas anti-tormenta y restauración de humedales como amortiguadores naturales.

La planificación de evacuaciones masivas, comunicaciones de alerta y logística de refugios también fue revisada, con énfasis en transporte para población sin vehículo y contingencias para hospitales y geriátricos.
Qué dice hoy la ciencia de huracanes extremos
La literatura científica posterior reforzó la evidencia de que las aguas más cálidas favorecen periodos de rápida intensificación cerca de la costa, acortando las ventanas de preparación.

Modelos y análisis de reanálisis han mejorado la previsión de trayectorias, pero la rapidez del cambio de intensidad sigue siendo un desafío.
La gestión del riesgo urbano en zonas bajas ahora incorpora mapas dinámicos de inundación por oleaje de tormenta, escenarios de lluvia extrema concurrente y evaluaciones de falla sistémica de infraestructura crítica.
Para ciudades con topografía negativa y subsidente, el estándar de diseño y la redundancia operativa resultan tan determinantes como el pronóstico meteorológico.
