¿Puede la actividad humana provocar un terremoto? Lo que revela la ciencia sobre sismos inducidos

La evidencia científica muestra que ciertas actividades humanas, como el fracking, la minería y la construcción de represas, pueden desencadenar terremotos. Expertos analizan cómo y en qué condiciones ocurre este fenómeno.

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Sismógrafo.Shutterstock

Sismos inducidos: un fenómeno documentado

Aunque los terremotos suelen asociarse a causas naturales, la posibilidad de que la actividad humana pueda provocarlos no es mera especulación.

En los últimos años, el desarrollo industrial ha puesto en foco la relación entre acciones como el fracking, la minería y la construcción de grandes represas y la aparición de sismos inducidos.

Investigaciones internacionales coinciden en atribuir cientos de temblores a estas prácticas, aunque en su mayoría han sido de magnitud moderada.

El fracking y las inyecciones subterráneas

El fracking, técnica utilizada para extraer gas y petróleo de yacimientos no convencionales, se ha asociado a un aumento de la sismicidad en regiones antes consideradas estables.

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Según el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS), la tasa de sismos de magnitud mayor a 3 en algunas áreas productoras se multiplicó por diez durante la última década.

La causalidad no radica tanto en el fracturamiento en sí, sino en la inyección de grandes volúmenes de aguas residuales a gran profundidad. Estas modificaciones en la presión de los poros y el estrés de las fallas preexistentes actúan como disparadores de sismos.

Un estudio publicado en Science estimó que, solo en el centro-sur de Estados Unidos, la sismicidad inducida llegó a representar el 50% de todos los sismos registrados entre 2013 y 2016. “Si hay una falla cercana y vulnerable, modificar la presión puede bastar para liberarla incluso con pequeñas intervenciones humanas”, concluyen los autores.

Minería: excavaciones y detonaciones que alteran el subsuelo

En el caso de la minería, la sismicidad inducida es, en general, de menor magnitud, aunque puede afectar zonas circundantes y estructuras superficiales.

Las excavaciones profundas, voladuras y el vaciado de grandes volúmenes subterráneos alteran las tensiones geológicas y, en ocasiones, han precedido a microterremotos.

La investigación llevada a cabo en minas de Sudáfrica, por ejemplo, reveló que el 90% de los sismos en la zona de Witwatersrand estuvieron relacionados directamente con la actividad minera.

La Agencia Internacional de Energía destaca que, aunque estos sismos suelen percibirse solo en el área de la mina, su monitoreo resulta fundamental para la seguridad de los trabajadores y la infraestructura.

Represas y embalses: el peso del agua como detonante

Las grandes represas han generado algunos de los ejemplos más claros de sismos inducidos. El fenómeno, conocido como “sismicidad inducida por reservorios”, fue notorio tras la construcción de la represa de Koyna en India, relacionada con un terremoto de magnitud 6.3 poco después del llenado del embalse.

Estudios del Instituto de Geofísica de ese país señalan que el peso de millones de metros cúbicos de agua sobre fallas preexistentes puede modificar el balance tectónico de la región.

Según datos de la Comisión Internacional sobre Represas, unas 100 represas en todo el mundo han presentado actividad sísmica anómala ligada a los embalses.

Si bien estos eventos suelen ser más moderados que los grandes terremotos tectónicos, representan un riesgo a considerar en el diseño de nuevas infraestructuras.

Control y prevención: ¿es posible evitar los sismos inducidos?

Los especialistas advierten que no todas las actividades humanas tienen igual potencial de inducir terremotos. Depende principalmente de las características geológicas locales, la cercanía de fallas activas y el volumen de material inyectado o removido.

Por eso, la ciencia promueve regulaciones más estrictas, sistemas de monitoreo continuo y estudios sísmicos previos a las intervenciones de alto impacto.

Lo que hoy demuestra la evidencia es que la prevención requiere una comprensión profunda de los sistemas geológicos y una vigilancia constante, para reducir al mínimo el riesgo de que los humanos seamos, sin querer, responsables de terremotos perceptibles.

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