Una planta flotante de color verde claro, que se alimenta de la contaminación de químicos, ha cubierto las aguas del lago Suchitlán en El Salvador, paralizando la pesca artesanal y el turismo.
Nutrido por las aguas del caudaloso río Lempa, el Suchitlán es un lago artificial de 13.500 hectáreas, construido hacia 1976, que alimenta la central hidroeléctrica Cerrón Grande.

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Situado a 45 kilómetros al noreste de San Salvador, fue declarado humedal de importancia internacional en 2005 en el marco de la Convención Ramsar.

La expansión de esta “ninfa” acuática (Piestia stratiotes), conocida también como lechuga de agua, ha dejado sin ingresos a los lancheros que ofrecen paseos en el lago, mientras los restaurantes de sus riberas afrontan pérdidas por la ausencia de turistas.
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“La verdad es que la ninfa todos los años nos ha afectado, pero ahora se salió al límite. Hoy está llenísimo”, dijo a la AFP Julia Álvarez, lanchera de 52 años.
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El embalse alberga una rica biodiversidad, con aves migratorias en sus islas, pero ahora la mayor parte de su espejo de agua está cubierto por la lechuga, cuya expansión se ha visto favorecida por el viento y las copiosas lluvias.
Las dragadoras no son suficientes
El lanchero Felicito Monroy indicó que el fenómeno les afecta al “cien por ciento”. “Directamente tenemos diez días que no hemos podido entrar (...) en las lanchas, ni pescadores a pescar”.

Para recuperar la navegación en el lago, “se tiene que trabajar hasta destruirla por completo”, afirmó el trabajador de 65 años.
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“Hoy la gente solo viene, ve y en el mismo instante se van. No disfrutan paseos, no se quedan a degustar los platillos, porque el atractivo es el agua, el lago”, comentó a la AFP Johnny Anzora, mesero de un restaurante, de 44 años.

La bióloga e investigadora Cidia Cortés explicó que los ríos y quebradas tributarias del Suchitlán arrastran la “contaminación” al lago.
“En esas aguas van metales pesados, aluminio, arsénico, plomo (...), entonces es como echarle fertilizante al agua, las algas se alimentan de eso también y crecen exponencialmente”, resumió.

En un esfuerzo por erradicar esta planta perenne, cinco barcazas dragadoras trabajan en su remoción.
Hasta ahora han limpiado unas 6,3 hectáreas del embalse, equivalentes a nueve campos de fútbol, retirando unas 1.270 toneladas de ninfas, según la estatal Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa.
Pero la bióloga Cortés advirtió que con estas dragadoras “no van a limpiar el agua, porque se necesita que paren la entrada de agua sucia” del río.