¿Qué es la biopiratería y por qué genera controversia?
El concepto de biopiratería se refiere al uso, explotación o apropiación no autorizada de recursos genéticos y conocimientos ancestrales procedentes de comunidades indígenas o países megadiversos.

El término surgió en los años noventa, impulsado por la preocupación ante empresas multinacionales que patentan ingredientes extraídos de plantas, animales o microorganismos sin reconocer ni compensar a las poblaciones que los han protegido y utilizado durante siglos.
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La Organización de las Naciones Unidas estima que más del 80 % de la biodiversidad mundial se encuentra en territorios de pueblos originarios.
Esta riqueza, además de ser un pilar medioambiental, despierta el interés de las industrias farmacéutica, cosmética y biotecnológica, que han registrado más de 62 mil solicitudes de patentes relacionadas con recursos biológicos entre 2010 y 2020, según la OMPI.
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Sin embargo, solo una fracción de esos ingresos retorna a las comunidades locales.
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El conflicto entre conocimiento científico y derechos colectivos
Si bien la investigación biológica ha dado lugar a medicamentos pioneros—como tratamientos contra el cáncer derivados de especies amazónicas—el vacío legal sobre la propiedad intelectual favorece la apropiación desigual.
Investigadores subrayan que la mayoría de los sistemas de patentes no exigen revelar el origen de los recursos o negociar beneficios con los poseedores originales.
Ejemplos emblemáticos incluyen la patente sobre la ayahuasca en Estados Unidos durante los años noventa, finalmente revocada tras denuncias de comunidades indígenas por apropiación indebida.

El caso reveló cómo los vacíos normativos y la asimetría de poder en el acceso a la tecnología profundizan la injusticia.
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Biodiversidad en riesgo y respuestas desde Latinoamérica
Latinoamérica alberga aproximadamente el 40 % de la biodiversidad global y 824 pueblos indígenas, según la FAO, lo cual la convierte en blanco frecuente de la biopiratería.
Países como Perú, Brasil y Colombia han respondido con leyes y sistemas de vigilancia, logrando la devolución de varias patentes y la creación de registros de conocimientos tradicionales.
Iniciativas multilaterales como el Protocolo de Nagoya buscan equilibrar la investigación científica con la defensa de la soberanía genética.
A su vez, organizaciones regionales demandan un acceso más justo a los beneficios derivados de la biodiversidad, promoviendo la transparencia y la equidad en las investigaciones y la innovación tecnológica.
El dilema global: investigación vs. justicia ambiental
El avance de la biotecnología plantea un desafío ético mayor: cómo impulsar el desarrollo científico y, al mismo tiempo, proteger los derechos colectivos sobre los recursos y saberes locales.
Mientras la demanda internacional de compuestos naturales crece un 5 % anual, según Market Research Future, la cuestión de a quién pertenecen los recursos y cómo se comparten sus beneficios sigue sin resolverse, marcando la agenda ambiental del siglo XXI.