Dirigido por la arqueóloga Ileana Micarelli de la Universidad Sapienza de Roma, el equipo de investigación identificó que el brazo derecho del hombre había sido amputado a la mitad del antebrazo, probablemente debido a un traumatismo contundente. Aunque las causas exactas de la amputación no se pudieron determinar, los investigadores plantean varias hipótesis: podría haber sido consecuencia de una fractura irreparable por accidente o, dada la tradición guerrera de los longobardos, producto de un combate.
El análisis de los huesos mostró signos claros de remodelación y adaptación biomecánica, consistentes con el uso prolongado de una prótesis. El cúbito presentaba un espolón óseo y formación de callo, evidencia de que soportó presiones inusuales tras la amputación.
El uso de una prótesis de cuchillo
Junto al esqueleto se encontró una hoja de cuchillo, alineada con la muñeca amputada, así como una hebilla en forma de D y material orgánico descompuesto, probablemente cuero. Esto sugiere que el hombre utilizaba una gorra de cuero sobre el muñón, sujeta con una hebilla y con un cuchillo adherido a la extremidad. Estudios adicionales en los dientes mostraron un desgaste extremo, principalmente en el lado derecho de la boca, lo que indica que posiblemente utilizaba los dientes para tensar o ajustar las correas de la prótesis.
Además, el hombro derecho desarrolló una cresta ósea en forma de C, resultado de mantenerlo en una posición extendida poco natural para manipular la prótesis mediante la boca. Los especialistas afirman que estas modificaciones solo se desarrollarían a raíz de movimientos repetidos durante un largo periodo.
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Un caso aislado en la necrópolis
A diferencia de otros entierros masculinos en el sitio que presentaban cuchillos colocados a los costados, este hombre fue enterrado con el brazo derecho doblado sobre el torso y el cuchillo perfectamente alineado con la zona de la amputación. La evidencia osteológica apunta a una larga supervivencia tras la operación, una hazaña notable considerando las condiciones sanitarias y médicas de la época.
El valor del cuidado comunitario en la antigüedad
Según los investigadores, este caso demuestra no solo la capacidad de adaptación individual, sino también el apoyo social y cultural que recibió el hombre longobardo. “La supervivencia de este hombre testimonia el cuidado de la comunidad, la compasión familiar y el alto valor que se le daba a la vida humana”, señalaron los expertos.
Este hallazgo ofrece una perspectiva única sobre la medicina, la resiliencia y la integración social en las comunidades medievales europeas, revelando además las formas en que la gente del pasado pudo adaptar su vida a circunstancias extremas.
Fuente: Clarin.com