Una especie endémica de importancia global
El loro negro de Seychelles solo habita en este pequeño grupo de islas del Océano Índico, siendo particularmente notable en Mahé, Praslin y Silhouette.
Su aislamiento geográfico ha contribuido al desarrollo de características distintivas que lo diferencian de otros loros del Océano Índico, como el loro negro de Madagascar (Coracopsis nigra), del cual anteriormente se consideraba una subespecie.
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El plumaje oscuro, que va del negro al gris, y su contextura robusta, la convierten en una presencia inconfundible en los bosques húmedos de Seychelles.
Puede alcanzar hasta 35 centímetros de longitud y se alimenta principalmente de frutos, semillas y flores, contribuyendo así al ciclo ecológico de regeneración de la flora autóctona.
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Protección y desafíos de conservación
El Coracopsis barklyi se encuentra actualmente bajo protección estricta, ya que su población es reducida y vulnerable.
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Según la Lista Roja de la UICN, esta especie está clasificada como “Vulnerable” debido a la pérdida de hábitat, la presión de especies invasoras y el tráfico ilegal.

El deterioro de los bosques nativos, junto con la introducción de depredadores como ratas y gatos, representan amenazas constantes para su supervivencia.
Las autoridades de Seychelles han implementado medidas severas, incluyendo la protección legal de los bosques, campañas de erradicación de especies invasoras y la educación ambiental dirigida a la población local.

Gracias a estos esfuerzos, se han observado mejoras en la estabilidad de algunas poblaciones, aunque la especie sigue en riesgo.
Un símbolo que motiva a la conservación
Más allá de su belleza y rareza, el loro negro de Seychelles se ha convertido en símbolo de los esfuerzos globales para preservar las especies insulares únicas del mundo.
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Organizaciones ambientales como Nature Seychelles y la Sociedad Ornitológica de Seychelles trabajan activamente en su monitoreo y en la restauración de sus hábitats naturales, promoviendo la participación comunitaria y el ecoturismo sostenible.
La historia del Coracopsis barklyi es un recordatorio del delicado equilibrio de los ecosistemas isleños y de la necesidad urgente de protegerlos.
Su preservación no solo asegura la supervivencia de una especie singular, sino que también garantiza la salud ecológica del archipiélago, constituyendo un legado invaluable para las futuras generaciones.