Los detalles se publican en The Lancet Planetary Health, en un artículo dirigido por científicos de la Universidad de Cambridge (Reino Unido).
Recientemente se ha identificado la contaminación atmosférica como un factor de riesgo de demencia y varios estudios señalan a una serie de contaminantes como responsables. Sin embargo, la solidez de las pruebas y la capacidad para determinar un efecto causal han sido variables, recuerda una nota de la universidad.
En esta nueva investigación, el equipo de Cambridge ha llevado a cabo una revisión sistemática y un metaanálisis de la literatura científica existente para examinar más a fondo esta relación.
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Después de analizar 51 estudios, se incluyeron finalmente 32, casi la mitad de ellos de América del Norte, después Europa, Asia y Oceanía, explica el artículo. Se encontró una asociación positiva y “estadísticamente significativa” entre tres tipos de contaminantes atmosféricos y la demencia.
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Uno de ellos son las partículas en suspensión con un diámetro de 2,5 micras o menos (PM2,5), un contaminante compuesto por partículas tan pequeñas que pueden inhalarse profundamente en los pulmones.
Estas provienen de varias fuentes, como las emisiones de los vehículos, las centrales eléctricas, los procesos industriales o el polvo de la construcción. Las partículas pueden permanecer en el aire durante mucho tiempo y desplazarse a gran distancia del lugar donde se produjeron.
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Otro es el dióxido de nitrógeno (NO2), uno de los principales contaminantes que se generan al quemar combustibles fósiles. Se encuentra en los gases de escape de los vehículos, especialmente los diésel, y en las emisiones industriales, así como en las de las estufas y calentadores de gas.
La exposición a altas concentraciones puede irritar el sistema respiratorio, empeorar y provocar afecciones como el asma y reducir la función pulmonar.
El hollín, procedente de fuentes como las emisiones de los tubos de escape de los vehículos y la quema de madera es otro de los contaminantes analizados.
Los resultados
Según los investigadores, por cada 10 microgramos por metro cúbico (μg/m³) de PM2,5, el riesgo relativo de demencia de una persona aumentaría en un 17 %. La medición media de PM2,5 en las carreteras del centro de Londres en 2023 fue de 10 μg/m³.
Por cada 10 μg/m³ de NO2, el riesgo relativo aumentaba un 3 %. La medición media de este contaminante en las carreteras del centro de Londres en 2023 fue de 33 µg/m³.
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Por cada 1 μg/m³ de hollín presente en las PM2,5, el riesgo relativo aumentaba en un 13 %. En todo el Reino Unido, las concentraciones medias anuales de hollín medidas en determinados puntos de las carreteras en 2023 fueron de 0,93 μg/m³ en Londres; 1,51 μg/m³ en Birmingham; y 0,65 μg/m³ en Glasgow, apuntan los investigadores a modo de ejemplo.
“Nuestro trabajo aporta más pruebas que respaldan la observación de que la exposición prolongada a la contaminación atmosférica exterior es un factor de riesgo para la aparición de demencia en adultos que anteriormente gozaban de buena salud”, concluye Haneen Khreis.
Se han propuesto varios mecanismos para explicar cómo la contaminación atmosférica puede causar demencia, principalmente la inflamación del cerebro y el estrés oxidativo (un proceso químico del organismo que puede causar daños en células, proteínas y ADN).
Una de las limitaciones de esta investigación es que la mayoría de las personas incluidas en los estudios eran blancas y vivían en países de ingresos altos, a pesar de que los grupos marginados tienden a estar más expuestos a la contaminación atmosférica.
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Los autores recuerdan que se estima que demencias, como el alzhéimer, afectan a más de 57,4 millones de personas en todo el mundo, cifra que se espera que casi se triplique hasta alcanzar los 152,8 millones de casos para 2050. El impacto en las personas, las familias, los cuidadores y la sociedad en general es inmenso.