Etapas del párkinson: del primer temblor al deterioro total
Al músico Ozzy Osbourne le diagnosticaron Parkinson en el año 2019 y, tras una dura batalla contra la enfermedad, murió hoy 22 de julio de 2025 rodeado de sus familiares. La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo crónico que afecta principalmente el movimiento, aunque con el tiempo puede llegar a influir también en otras funciones del cuerpo y la mente.

A medida que progresa, el párkinson suele clasificarse en diferentes etapas que reflejan la evolución de los síntomas y el grado de afectación en la vida diaria del paciente.
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Comprender estas fases permite a los afectados, sus familias y los profesionales de la salud anticipar necesidades y adaptar los tratamientos. Te explicamos cómo avanza esta enfermedad, desde el primer temblor hasta el deterioro total de las capacidades motoras y cognitivas.
Fase 1 del Parkinson: síntomas leves y localizados
En el inicio, los síntomas suelen ser sutiles y pasar desapercibidos. El más característico es el temblor, que generalmente aparece en una sola mano o lado del cuerpo cuando la persona está en reposo.
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En esta primera etapa, pueden presentarse también rigidez muscular, lentitud de movimientos (bradicinesia), alteraciones posturales leves o dificultad para escribir y realizar tareas finas.
Sin embargo, estas molestias rara vez interfieren de forma significativa con la vida cotidiana.
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Fase 2: empiezan las dificultades bilaterales
Con el avance de la enfermedad, los síntomas motores tienden a extenderse al otro lado del cuerpo.

Se observa mayor rigidez, temblores más notorios y torpeza en los movimientos de brazos y piernas. Aparecen problemas de equilibrio y alteraciones en la marcha, como pasos cortos y arrastrados.
Aunque las personas mantienen todavía cierta autonomía, las actividades habituales se vuelven más difíciles, y la fatiga crece.
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Fase 3: afectación moderada y caídas
En esta etapa, la pérdida de equilibrio y coordinación se acentúa, por lo que aumentan las caídas y tropiezos. Los reflejos posturales están claramente comprometidos.
Muchos pacientes mantienen independencia para las actividades de la vida diaria, pero requieren más tiempo y esfuerzo para realizarlas.

Frecuentemente, se hace necesario el uso de ayudas técnicas, como bastones o barandillas. Los síntomas no motores, como la depresión y problemas del sueño, pueden comenzar a hacerse presentes o intensificarse.
Fase 4: dependencia significativa
A medida que el párkinson progresa, los síntomas motores y no motores se agravan considerablemente. El paciente necesita ayuda para la mayoría de sus actividades cotidianas, como vestirse, asearse o comer.
La rigidez y la inmovilidad pueden llevar a la aparición de contracturas musculares y dolor. La marcha es casi imposible sin asistencia y el riesgo de caídas es muy alto.
Los medicamentos tienen menor eficacia y las complicaciones se vuelven más frecuentes.
Fase 5: deterioro total
En el estadio avanzado o terminal, el paciente presenta una discapacidad severa. Es común que requiera una silla de ruedas o permanezca en cama la mayor parte del tiempo.
El lenguaje y la deglución pueden verse afectados gravemente, lo que aumenta el riesgo de infecciones respiratorias y desnutrición.
Además, es habitual la aparición de complicaciones cognitivas, como demencia, confusión y alucinaciones. La dependencia es total y se requiere de cuidados continuos y especializados.
Importancia de la detección temprana y el manejo integral
Aunque el párkinson es una enfermedad progresiva y actualmente no tiene cura, existen tratamientos que pueden mejorar la calidad de vida y ralentizar la aparición de complicaciones.
La detección precoz y el abordaje multidisciplinario —que incluya neurología, fisioterapia, terapia ocupacional y apoyo psicológico— son fundamentales.
Además, el acompañamiento familiar y una red de apoyo sólida resultan esenciales para sobrellevar las etapas más avanzadas de la enfermedad.
Reconocer las etapas del párkinson no solo ayuda a entender su evolución, sino que permite planificar los cuidados y el apoyo necesarios para que los pacientes y sus seres queridos afronten la enfermedad con mayor preparación y dignidad.