Así se estudia al oso polar en el Ártico: dardos, helicópteros y muestras en el hielo

En el corazón del Ártico, científicos rastrean osos polares con sedantes, collares GPS y bisturí en mano. Buscan entender cómo el cambio climático y los químicos eternos alteran su salud y su comportamiento, antes de que el deshielo los deje sin hábitat.

La científica espacial francesa Marie-Anne Blanchet examina a unos oseznos antes de tomar biopsias de tejido adiposo y muestras de sangre de su madre sedada, en el este de Spitzbergen, en el archipiélago de Svalbard.
La científica espacial francesa Marie-Anne Blanchet examina a unos oseznos antes de tomar biopsias de tejido adiposo y muestras de sangre de su madre sedada, en el este de Spitzbergen, en el archipiélago de Svalbard.010022+0000 OLIVIER MORIN

Pese a su amable apariencia, el oso polar es uno de los predadores más feroces del planeta. Y tomarle una muestra de sangre para conocer su modo de vida y estado de salud es una actividad arriesgada, que exige una organización milimétrica.

La analista espacial francesa Marie-Anne Blanchet muestra un registrador cardíaco implantado (que registra el pulso y la temperatura corporal) en una osa polar hembra, dentro de un laboratorio a bordo del rompehielos científico 'Kronprins Haakon' mientras navega en el este de Spitzbergen, en el archipiélago de Svalbard.
La analista espacial francesa Marie-Anne Blanchet muestra un registrador cardíaco implantado (que registra el pulso y la temperatura corporal) en una osa polar hembra, dentro de un laboratorio a bordo del rompehielos científico 'Kronprins Haakon' mientras navega en el este de Spitzbergen, en el archipiélago de Svalbard.

Primero hay que encontrarlo, y luego dispararle un dardo sedante desde un helicóptero antes de que un veterinario se atreva a acercarse para colocarle un collar con GPS.

El veterinario noruego Rolf Arne Olberg carga su rifle de aire comprimido con un dardo para sedar osos polares desde un helicóptero que vuela sobre el hielo marino en el este de Spitzbergen, en el archipiélago de Svalbard.
El veterinario noruego Rolf Arne Olberg carga su rifle de aire comprimido con un dardo para sedar osos polares desde un helicóptero que vuela sobre el hielo marino en el este de Spitzbergen, en el archipiélago de Svalbard.

Luego se toma la muestra de sangre y de grasa antes de que se despierte.

Todo ello bajo un gélido viento de hasta 30 ºC bajo cero, en una plataforma de hielo del Ártico.

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 Esta fotografía muestra al rompehielos científico "Kronprins Haakon" navegando entre el hielo marino en el este de Spitzbergen, en el archipiélago de Svalbard.
Esta fotografía muestra al rompehielos científico "Kronprins Haakon" navegando entre el hielo marino en el este de Spitzbergen, en el archipiélago de Svalbard.

En las últimas cuatro décadas, expertos del Instituto Polar Noruego (IPN) han monitoreado la salud y el movimiento de los osos polares en el archipiélago Svalbard, a medio camino entre Noruega y el Polo Norte.

Como en el resto del Ártico, el calentamiento global ocurre tres a cuatro veces más rápido que otros sitios.

Dos osos polares, marcados con una pintura biodegradable rápida para evitar ser sedados una segunda vez en la semana, despiertan lentamente tras ser sedados para biopsias y muestras de sangre, en el este de Spitzbergen, en el archipiélago de Svalbard.
Dos osos polares, marcados con una pintura biodegradable rápida para evitar ser sedados una segunda vez en la semana, despiertan lentamente tras ser sedados para biopsias y muestras de sangre, en el este de Spitzbergen, en el archipiélago de Svalbard.

Pero este año, los ocho científicos que trabajan en el rompehielos noruego Kronprins Haakong experimentan con nuevos métodos para monitorear al mayor carnívoro terrestre, incluyendo por primera vez el seguimiento de los “químicos eternos” PFAS, que vienen de otras partes del mundo y acaban en sus cuerpos.

Un fotógrafo de AFP los acompañó en la reveladora expedición de este año.

Cirugía en el hielo

El veterinario Rolf Arne Olberg se pone el rifle al hombro cuando un oso polar comienza a acercarse al helicóptero.

La científica espacial francesa Marie-Anne Blanchet toma biopsias de tejido adiposo y muestras de sangre de un oso polar sedado, en el este de Spitzbergen, en el archipiélago de Svalbard.
La científica espacial francesa Marie-Anne Blanchet toma biopsias de tejido adiposo y muestras de sangre de un oso polar sedado, en el este de Spitzbergen, en el archipiélago de Svalbard.

El dardo lo hace caer suavemente y Olberg lo observa con sus binoculares para asegurarse de que alcanzó un músculo. De lo contrario, el oso se podría despertar prematuramente.

Después de una espera de cinco a diez minutos para cerciorarse de que está dormido, el grupo de científicos aterriza y trabaja con rapidez y precisión.

Un oso polar macho camina sobre el hielo marino cerca de los glaciares en el este de Spitzbergen, en el archipiélago de Svalbard.
Un oso polar macho camina sobre el hielo marino cerca de los glaciares en el este de Spitzbergen, en el archipiélago de Svalbard.

Le colocan un collar GPS al oso, o reemplazan la batería si el animal ya tiene uno.

En realidad, sólo las hembras son rastreadas con collares GPS, porque los osos polares machos tienen el cuello más grueso que su cabeza, y pueden sacudirse hasta remover el dispositivo.

El jefe del Programa de Osos Polares, Jon Aars, cambia el collar GPS de una osa polar en el este de Spitzbergen, en el archipiélago de Svalbard.
El jefe del Programa de Osos Polares, Jon Aars, cambia el collar GPS de una osa polar en el este de Spitzbergen, en el archipiélago de Svalbard.

Olberg hizo una incisión precisa en la piel del oso para insertar un monitor cardíaco.

“Nos permite registrar la temperatura corporal del oso y su ritmo cardíaco todo el año”, explica a AFP la investigadora Marie-Anne Blanchet. El objetivo es “ver la energía que las osas (con GPS) usan ante el cambio de su ambiente”.

Los primeros cinco fueron colocados el año pasado, lo cual significa que por primera vez los expertos podrán cruzar sus datos para determinar cuándo y cuánto caminan y nadan los osos para llegar a sus sitios de caza, y cuánto tiempo descansan en sus guaridas.

El veterinario toma también una muestra de grasa que permite a los investigadores probar cómo el animal puede resistir el estrés y los “químicos eternos”, los principales contaminantes hallados en sus cuerpos.

“La idea es representarnos de la mejor manera posible lo que experimentan los osos en la naturaleza, pero en un laboratorio”, señala la toxicóloga belga Laura Pirard.

Comiendo algas

De momento ya ha quedado demostrado que la dieta de los osos de Svalbard cambia por la reducción del casquete polar.

Concretamente, comen menos focas, apunta Jon Aars, principal científico del programa de osos polares del IPN. “Todavía cazan focas, pero también comen huevos y renos. Incluso comen hierba (marina) y cosas así, aunque no les brinda energía”.

Y es que las focas son una fuente esencial de su alimentación.

“Incluso si tienen sólo tres meses para cazar, pueden obtener cerca de 70% de lo que necesitan para todo el año en ese período. Probablemente por eso es que vemos que están bien” pese al enorme deshielo.

En cualquier caso, si el calentamiento reduce más la caza de focas, “quizás tengan dificultades”, advirtió.

“Hay cambios notables en su comportamiento (...) pero les va mejor de lo que pensábamos. No obstante, hay un límite, y el futuro podría no ser tan brillante”.

“Los osos tienen otra ventaja”, apuntó Blanchet. “Viven mucho tiempo, aprenden de la experiencia de toda su vida y eso les da cierta capacidad de adaptación”.

Leyes anticontaminación

Otro descubrimiento alentador son los indicios de una reducción en los niveles de contaminación.

Con algunos “osos que hemos recapturado seis u ocho veces a lo largo de los años hemos observado una reducción en los niveles de contaminación”, señala la toxicóloga finlandesa Heli Routti, que cita el “éxito de las regulaciones en las últimas décadas”.

“La concentración de muchos contaminantes que han sido regulados se redujo en los últimos 40 años en las aguas del Ártico”, aseguró Routti.

“Pero la variedad de contaminantes ha aumentado. Ahora observamos más tipos de sustancias químicas” en la sangre y tejido graso de los osos, matiza.

Expertos advierten que los “químicos eternos” usados en cosméticos y sartenes antiadheribles también terminan en el cuerpo humano y pueden estar asociados a casos de cáncer.

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