Esa es la conclusión de una de las ponencias presentadas en la reunión anual de la Sociedad Endocrina estadounidense, que se celebra en San Francisco (EE.UU.).
“Aunque descubrimos que tanto la exposición de la madre como la del padre estaban relacionadas con el momento en que sus hijas y nietas empezaron la pubertad, la influencia del padre fue sorprendentemente fuerte”, afirmó Xin Hu, de la Universidad Emory (Georgia).
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Los disruptores endocrinos son sustancias químicas presentes en el medioambiente (suelo, aire o suministro de agua), alimentos, productos de higiene personal y manufacturados, los cuales interfieren con el funcionamiento normal del sistema endocrino.
El equipo buscó motivos por los que las niñas tiene ahora su primera menstruación antes que nunca y se centraron en el posible papel de los disruptores endocrinos a los que hubieran estado expuestos los abuelos.
Los investigadores usaron datos del Child Health and Development Studies (CHDS), que comenzó en la década de 1960 y midió miles de pequeñas moléculas en muestras de sangre tomadas a 249 parejas en aquellos años.
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El estudio relacionó los perfiles químicos y metabólicos de las parejas con el momento de la pubertad de sus hijas (247) y nietas (139), tras lo que vieron a qué edad habían empezado a menstruar.
La edad media se mantenía estable entre las abuelas y sus hijas, pero descendía un año entero entre las hijas y las nietas, cuyo año medio de nacimiento era 1990.
Determinadas sustancias químicas presentes tanto en la sangre de la madre como en la del padre estaban relacionadas con el momento en que sus descendientes iniciaban la pubertad, pero los efectos más intensos se vieron en la generación de las nietas.
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El papel de los disruptores químicos endocrinos
Algunas sustancias químicas, como el fenoxietanol, un conservante habitual en productos de cuidado personal y alimentos, se relacionaron con una pubertad más temprana, especialmente cuando ambos progenitores tenían exposiciones similares.
El estudio destaca la relación entre abuelo y nietas. De hecho, subrayó Hu, este es el primer estudio poblacional que demuestra que el entorno del padre puede afectar al desarrollo reproductivo tanto de su hija como de su nieta.
Estos hallazgos ponen de relieve que la prevención es posible si se identifican mecanismos para proteger a las futuras hijas y nietas, que no pueden ser eficaces sin tener en cuenta la línea masculina, dijo la investigadora en un comunicado.
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La investigación pone de relieve el papel de los disruptores químicos endocrinos durante el período vulnerable de la concepción y el embarazo, así como el impacto duradero de las exposiciones ambientales en la salud reproductiva a través de las generaciones, resaltó la también firmante Barbara Cohn, del Instituto de Salud Pública de Berkeley (EE.UU).