¿Qué es la ingeniería vegetal?
La ingeniería vegetal engloba el uso de técnicas avanzadas —como CRISPR y otros métodos de edición genética— para modificar el ADN de las plantas y mejorar características específicas.
En el caso de la captura de carbono, el objetivo principal es potenciar la fotosíntesis y el almacenamiento de carbono en raíces, tallos y hojas.
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Un ejemplo destacado es el trabajo de la empresa estadounidense Living Carbon, que ha creado álamos genéticamente modificados capaces de crecer más rápido y almacenar hasta un 27% más de carbono que los árboles convencionales.
Al mejorar la eficiencia metabólica y fortalecer la lignina (el compuesto que da rigidez a la madera), estos árboles retienen el carbono durante más tiempo en su biomasa.
Ventajas frente a soluciones tradicionales
A diferencia de los actuales proyectos de reforestación, los árboles diseñados pueden capturar más carbono en menos tiempo, ocupando incluso menos superficie.

Además, al optimizar el desarrollo de raíces profundas, estos árboles son más resistentes a las sequías y ayudan a mejorar la calidad del suelo, contribuyendo a restaurar ecosistemas degradados.
¿Cuáles son los riesgos y las críticas?
Sin embargo, la ingeniería vegetal no está exenta de críticas. Especialistas en ecología advierten sobre el riesgo de alterar equilibrios naturales al introducir organismos modificados.
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El temor a efectos secundarios no previstos, como la propagación descontrolada de genes modificados o el impacto en especies asociadas, ha llevado a exigir estudios de impacto ambiental rigurosos antes de expandir estos cultivos.
Asimismo, hay debate sobre la verdadera eficiencia de estas iniciativas. Organizaciones como la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) advierten que ninguna solución tecnológica puede sustituir la reducción de emisiones en la industria y el transporte.
Estas herramientas deben verse como complementarias, no como soluciones únicas.
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¿Pertenece el futuro de los bosques a la biotecnología?
Aunque aún se encuentran en fases experimentales en la mayor parte del mundo, los árboles modificados para capturar carbono ya han sido plantados en campos piloto en Estados Unidos, Canadá y proyectan pruebas en América Latina, donde los bosques desempeñan un papel crucial en el ciclo global del carbono.
El desarrollo de estas tecnologías representa una esperanza, pero también un llamado a la precaución y el debate ético.
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La cuestión central —¿hasta qué punto deberíamos intervenir en la naturaleza para salvar el clima?— sigue abierta, pero lo cierto es que la ingeniería vegetal se perfila como una herramienta clave en el arsenal global para combatir el cambio climático.
Fuentes:
- Living Carbon
- Nature Climate Change
- Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)