También conocidos como carpinchos o chigüiros, estos mamíferos habitan en grupos “de cinco a veinte ejemplares” cerca de grandes masas de agua dulce como ríos, lagos o estuarios, un medio que les resulta esencial al ser “semi-anfibios”, según explicó la ecóloga argentina Julia Mata, especializada en esta especie.
Además de ser el medio en el que copulan, el agua ayuda a regular su temperatura en momentos de mucho calor y les permite escapar de sus depredadores, y es que gracias a sus patas palmeadas, estos animales son “muy ágiles nadando”.
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Otro de los rasgos representativos de las capibaras es su carácter social y cooperativo: conviven en visible armonía con otras especies, desde los pájaros que habitualmente se posan sobre su lomo hasta los cocodrilos al lado de los cuales pueden permanecer tumbados sin inmutarse.
“Los carpinchos forman entre ellos una gran familia”, agregó Mata, como demuestra el hecho de que “las hembras comparten la lactancia” y los cachorros pueden mamar de cualquiera de las hembras adultas.
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Este carácter social y tranquilo es uno de los factores detrás de su popularidad a nivel mundial, aunque la ecóloga argentina al mismo tiempo advirtió de que, en estado salvaje, estos roedores no se dejan tocar por los seres humanos y a menudo se pelean mordiéndose las espaldas con unos dientes que, al igual que en otros roedores, nunca paran de crecer.
Creadores de diversidad
Las capibaras disponen de un sistema digestivo “poco eficiente”, un rasgo que las obliga a consumir mucha biomasa vegetal para alimentarse y a producir una gran cantidad de excrementos.
Esta aparente desventaja resulta, en cambio, muy beneficiosa para su hábitat: al consumir grandes cantidades de vegetación, estos roedores reducen la altura del pasto en áreas extensas mientras otras permanecen igual, lo que crea “pequeños nichos de diversidad” que pueblan otras plantas y otras especies de animales como insectos, mamíferos o aves, precisó Mata.
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Junto con esta función ecosistémica, las áreas con menos vegetación pueden ayudar también a frenar la inercia de potenciales incendios al reducir el combustible disponible para las llamas.