A medida que el planeta se calienta, no solo los humanos enfrentan nuevos desafíos. El cambio climático está transformando los ecosistemas, y muchas especies vegetales deben adaptarse o desaparecer.
Sin embargo, algunas plantas están demostrando una capacidad notable para ajustarse a temperaturas extremas, sequías prolongadas o nuevos entornos.
Lea más: Oso en aeropuerto japonés provoca cancelación de vuelos: fenómeno creciente por cambio climático
Estos ejemplos revelan cómo la evolución, la migración y la intervención humana están permitiendo que ciertas especies sobrevivan —y hasta prosperen— en un mundo cambiante.
Cambios internos: cómo las plantas modifican su fisiología
La adaptación más poderosa es invisible: ocurre dentro de la planta. Algunas variedades de trigo y maíz, por ejemplo, han ajustado sus ciclos de crecimiento y floración para coincidir con las lluvias o evitar los picos de calor.

Son cambios sutiles, pero vitales para asegurar la producción de alimento bajo nuevas condiciones climáticas.
Lea más: SOS árboles: un estudio advierte sobre los efectos del cambio climático en los bosques
También hay avances en biotecnología: investigadores están desarrollando versiones genéticamente modificadas de arroz y trigo con raíces más profundas y una eficiencia hídrica mucho mayor.
Incluso algunas especies no suculentas, como ciertas leguminosas, están empezando a mostrar rasgos antes propios de plantas del desierto.
Migrar para sobrevivir: cuando las plantas buscan climas más frescos

Otra estrategia adaptativa es el desplazamiento geográfico. Muchas especies están “escalando montañas” o desplazándose hacia latitudes más frías.
- Abeto de Noruega: está colonizando regiones más al norte en Europa, antes demasiado frías para su desarrollo.
- Lavanda francesa: las plantaciones comerciales se han trasladado a zonas alpinas más altas, ya que el calor de las tierras bajas está reduciendo su productividad.
En América del Norte, el abeto blanco avanza hacia Canadá, donde los inviernos son menos severos, ampliando su territorio natural.
Lea más: ¿Qué significa tener un gen mutado y por qué no siempre es algo malo?
Mutaciones espontáneas y resistencia extrema
Algunas plantas están desarrollando resistencia de forma espontánea, mediante mutaciones que se seleccionan naturalmente.

El trébol blanco, por ejemplo, ha evolucionado para tolerar mejor el calor urbano. Solo los ejemplares más resistentes sobreviven, y su genética va imponiéndose.

Otro caso emblemático es el árbol de Joshua, que ha mostrado adaptaciones genéticas que le permiten sobrevivir con menos agua y en temperaturas más altas. Aunque algunos científicos advierten que, sin ayuda humana, su adaptación puede no ser suficiente a largo plazo.
Lea más: Día del Árbol en Paraguay: por qué el tajy es símbolo nacional
¿Puede la conservación seguir el ritmo?
La adaptabilidad vegetal tiene límites. Muchas especies no tienen tiempo suficiente para evolucionar ante un cambio tan acelerado. Por eso, estrategias como los bancos de semillas, la migración asistida o la restauración de hábitats se vuelven urgentes.
Los casos de éxito muestran el potencial de las plantas para resistir, pero también la fragilidad de los ecosistemas si no se actúa a tiempo. En un mundo donde el clima ya no es predecible, la naturaleza también busca cómo adaptarse —con o sin nuestra ayuda.