En el imaginario colectivo, encontrar oro es sinónimo de riqueza inmediata. Pero en la realidad de la minería, no todo lo que brilla es negocio.
Cada año, geólogos y empresas descubren nuevos yacimientos auríferos en distintas partes del mundo. Sin embargo, solo una fracción de ellos llega a explotarse. La razón es simple: no basta con encontrar oro, hay que poder extraerlo de forma rentable.
¿Qué es un yacimiento de oro?
Un yacimiento de oro es una concentración natural de este metal precioso en la corteza terrestre. Puede presentarse en vetas de cuarzo, en rocas volcánicas, en sedimentos fluviales o en complejos geológicos más profundos. El oro puede estar visible a simple vista o diseminado en microgramos dentro de los minerales.

Pero el hallazgo de oro no es suficiente: para que un yacimiento sea considerado explotable, debe cumplir con una serie de criterios científicos, económicos y legales que garanticen que la extracción del metal es posible y, sobre todo, rentable.
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Factores que determinan la viabilidad de un yacimiento de oro
1. Ley del mineral: cuánto oro hay por tonelada. Este es uno de los factores más importantes. La “ley” del mineral indica la cantidad de oro presente por tonelada de roca. Se mide en gramos por tonelada (g/t).
En minería a cielo abierto, una ley igual o superior a 1 g/t puede ser rentable si el volumen es grande. En minería subterránea, se requieren leyes más altas, generalmente mayores a 5 g/t. Cuanto mayor es la ley, más oro se obtiene por tonelada procesada, lo que reduce costos y mejora la rentabilidad.
2. Volumen y extensión del yacimiento. Un yacimiento pequeño, aunque tenga oro de alta ley, puede no justificar la inversión en infraestructura minera. Por el contrario, un depósito masivo con oro de baja ley puede ser rentable si se puede explotar a gran escala durante años o incluso décadas.
3. Tipo de depósito y facilidad de extracción. No todos los yacimientos son iguales. Los depósitos de oro se clasifican según su origen geológico: epitermales, orogénicos, de placer, entre otros.
Algunos contienen “oro libre”, que se puede separar con facilidad, mientras que otros lo tienen asociado a sulfuros o minerales complejos, lo que complica y encarece el procesamiento.
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4. Accesibilidad e infraestructura. La ubicación del yacimiento es clave. Si está en una región remota, sin caminos, energía ni acceso al agua, los costos logísticos pueden dispararse. En cambio, un yacimiento cercano a rutas, redes eléctricas o puertos tiene una gran ventaja competitiva.
5. Costos de producción vs. precio del oro. El precio internacional del oro (en dólares por onza troy) es un factor decisivo.

Un yacimiento que no era rentable a 1.200 USD/onza puede volverse viable si el precio sube a 2.000 USD/onza. Por eso, muchas empresas mantienen proyectos “en standby” esperando mejores condiciones de mercado.
6. Permisos legales y licencia social. Sin autorizaciones gubernamentales, estudios de impacto ambiental y aceptación por parte de las comunidades locales, un yacimiento no puede desarrollarse. En muchos países, la “licencia social para operar” es tan importante como la geología del lugar.
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El oro que espera bajo tierra
Muchos yacimientos descubiertos en las últimas décadas siguen sin explotarse. Algunos esperan mejores precios, otros enfrentan conflictos sociales o restricciones ambientales. La minería moderna no solo extrae minerales: también debe negociar con el entorno, con la sociedad y con el tiempo.

En un mundo que busca metales para la transición energética, y donde el oro sigue siendo refugio de valor, entender cuándo un yacimiento es rentable ayuda a comprender los movimientos del mercado y las decisiones estratégicas de las grandes mineras.
Porque encontrar oro es apenas el primer paso. Lo difícil es convertirlo en riqueza real.