A lo largo de su viaje diario, la Tierra gira a una velocidad vertiginosa: a unos 1.670 kilómetros por hora en el ecuador. Este movimiento constante es lo que da origen al ciclo del día y la noche, regula el clima, influye en los vientos y hasta determina la forma misma del planeta, que está ligeramente achatado en los polos debido a esta fuerza centrífuga.
Lea más: ¿Creías que en tu país hacía calor? Emiratos Árabes Unidos registra una temperatura de 51,6 ºC
Qué pasa si la Tierra deja de girar
Si ese giro cesara de manera súbita, las consecuencias serían apocalípticas. Lo primero que ocurriría sería una catástrofe impulsada por la propia inercia.
Todo aquello que no esté firmemente adherido a la superficie —desde el agua de los océanos hasta los edificios y personas— seguiría desplazándose a la velocidad que tenía antes de la detención. El resultado: vientos de fuerza colosal, olas gigantescas y una destrucción inmediata en buena parte del planeta.
Pero eso sería solo el principio. El freno abrupto también generaría tensiones enormes en las placas tectónicas, provocando terremotos de gran magnitud y tsunamis a escala global. La geografía terrestre, tal como la conocemos, quedaría irreversiblemente alterada.
Lea más: Día Internacional de la Biodiversidad: lo que perdemos cuando desaparece una especie
En cuanto al clima, la situación se volvería insostenible. Sin rotación, un hemisferio quedaría permanentemente de cara al Sol y el otro sumido en una noche eterna. En la zona iluminada, las temperaturas podrían alcanzar niveles abrasadores, mientras que en el lado oscuro todo se congelaría.
Esta desigualdad térmica haría colapsar los actuales patrones meteorológicos y extinguiría la mayoría de las formas de vida que dependen de ciclos regulares de luz y oscuridad.
¿Y el campo magnético?
Otro aspecto inquietante tiene que ver con el campo magnético de la Tierra. Este escudo natural, que nos protege de la radiación solar, depende en parte del movimiento del núcleo terrestre.
Si la rotación se detuviera, el campo podría debilitarse o desaparecer por completo, dejando al planeta expuesto a partículas solares nocivas y al deterioro de su atmósfera.
Lea más: Qué es el proyecto HAARP y por qué hay teorías conspiranoicas asociadas a él
Desde luego, este panorama apocalíptico pertenece al terreno de la ciencia ficción: no existe ningún mecanismo físico plausible que pueda detener la rotación terrestre de forma repentina.
Pero pensar en esta posibilidad extrema no deja de ser útil. Nos recuerda cuán delicado y sofisticado es el equilibrio que permite la vida en la Tierra, y cuán profundamente dependemos de fenómenos aparentemente simples como el giro de un planeta sobre su eje.