Mientras Donald Trump intensifica su campaña contra el Gobierno de Sudáfrica, acusándolo de vulnerar los derechos de la minoría blanca, su asesor Elon Musk libra otra batalla: lograr el despliegue de Starlink en el país donde nació en 1971.
Muchos se preguntan si han sido los intereses empresariales insatisfechos del magnate para la expansión de su servicio de internet satelital en Sudáfrica, frenada por las estrictas políticas de empoderamiento negro del país, lo que ha provocado la hostilidad de Washington.
El origen de la disputa: ¿Expropiación de tierras?
La disputa empezó el pasado 2 de febrero cuando Trump afirmó en su propia red social, Truth Social, que Sudáfrica estaba “confiscando tierras y tratando muy mal a ciertas clases de personas”, al alertar de que EE.UU. cortaría la financiación que recibe Sudáfrica.
Washington cumplió esa amenaza el pasado viernes, cuando Trump firmó una orden ejecutiva para bloquear de manera indefinida toda la ayuda suministrada al país africano, tanto por la presunta confiscación de tierras a la población afrikáner (descendientes de los colonos neerlandeses) como por sus acciones contra Israel.
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El mandatario tomó estas medidas después de que su homólogo sudafricano, Cyril Ramaphosa, aprobara el 23 de enero una ley para facilitar la expropiación de tierras por interés público, incluso sin compensación en casos muy limitados.
La expropiación de tierras, un tema muy sensible en Sudáfrica, es vista como una herramienta para remediar la desigualdad racial aún vigente a raíz del régimen segregacionista del ‘apartheid’ (1948-1994).
Según un informe gubernamental de 2017, más del 72 % de las tierras de cultivo de propiedad privada pertenecen a población blanca, que representa menos del 8 % del total.
Ramaphosa ha desmentido que se haya producido desposesión arbitraria de tierras, al reivindicar que Sudáfrica es “un país soberano y democrático”, y la semana pasada mantuvo una conversación telefónica con Musk para hablar de la “desinformación” sobre Sudáfrica.
Al parecer, medió para facilitar la llamada el padre del magnate, Errol Musk, un empresario minero con quien el multimillonario mantuvo durante años una tensa relación.
Muchos se preguntan si la reacción de Trump ha sido influenciada por el hombre más rico del mundo, quien, un día después del primer mensaje del presidente, afirmó en X, red social de la que es propietario desde octubre de 2022, que su país natal “tiene leyes de propiedad abiertamente racistas”.
Según indica a EFE el periodista sudafricano Michael Vlismas, autor de una biografía de Musk titulada “Risking it all” (“Arriesgándolo todo”, 2022), el multimillonario “siempre ha sido disruptivo, él medra en eso”.
“Hasta ahora, ha centrado su atención en el área de los negocios y en asaltar industrias establecidas (...) Pero la Presidencia de Trump le ha dado libertad para ser mucho más abierto y franco” con sus ideas políticas, dice el autor.
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Starlink en Sudáfrica
Además de sus comentarios sobre racismo, que han sido atribuidos a ideas de supremacismo blanco, la situación coincide con las trabas de Starlink para operar en el país.
El servicio ha experimentado una expansión meteórica en los últimos años en el continente, donde está presente en al menos catorce países.
El pasado septiembre, el magnate se reunió en Nueva York con Ramaphosa, quien afirmó que le había dicho: “Elon, has tenido tanto éxito y estás invirtiendo en varios países. Quiero que vengas a casa e inviertas aquí”.
Pero, aunque los servicios de Starlink ya se usan en el país, la empresa tecnológica sigue esperando la aprobación de su licencia por parte de la Autoridad Independiente de Comunicaciones de Sudáfrica (ICASA).
Musk se ha topado con la obligación de que los inversores extranjeros en telecomunicaciones cedan un 30 % de sus acciones a negocios locales cuyos propietarios pertenezcan a comunidades consideradas vulnerables, como negros, mujeres, jóvenes o personas con discapacidad.
Sin embargo, Starlink argumenta que la mayoría de operadores de internet satelital tienen políticas internas que les impiden la participación local.
“Si ICASA elimina esta barrera, no solo aumentaría la inversión extranjera en Sudáfrica, sino que también apoyaría el crecimiento de la industria, fomentaría la competencia e impulsaría la innovación”, señaló en un escrito ante el organismo regulador en enero SpaceX, empresa matriz de Starlink.
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El pasado octubre, el ministro sudafricano de Comunicaciones, Solly Malatsi, dijo que quiere proporcionar alternativas a la normativa actual para que las compañías puedan, por ejemplo, invertir en iniciativas que beneficien directamente a las citadas comunidades.
Pero, de momento, la aprobación de la licencia de Starlink se encuentra en punto muerto, después de que la empresa anunciara la pasada semana su retirada de las consultas organizadas por ICASA para desarrollar un nuevo marco legal para el sector.