Así lo ha demostrado un experimento llevado a cabo en el arrecife de sur de Sulawesi (Indonesia) que recoge este viernes la revista Current Biology y en el que han participado investigadores de las universidades británicas de Exeter y Lancaster, la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (BRIN) de Indonesia, y la iniciativa Mars Sustainable Solutions.
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Los arrecifes de todo el mundo están gravemente amenazados por presiones locales (contaminación, malas prácticas pesqueras o turismo insostenible) y globales, como el cambio climático.
En Indonesia la pesca con explosivos destruyó grandes zonas de arrecifes hace más de 30 años, sin que estas hayan dado ningún síntoma de recuperación natural desde entonces.
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Esta investigación se ha centrado en uno de los arrecifes más valiosos del país, en el sur de Sulawesi, donde se lleva a cabo uno de los proyectos de restauración más ambiciosos del mundo, denominado Programa de Restauración de Arrecifes de Coral de Marte.
La plantación de corales
Los investigadores han creado una red continua e interconectada de estructuras de acero recubiertas de arena que han servido de base para trasplantar fragmentos de coral sano en 12 zonas muy deterioradas del arrecife, donde no crecían larvas de nuevos corales.
Una vez llevada a cabo la plantación, los científicos hicieron seguimiento de las áreas restauradas para ver cómo crecían los corales y cuánto tardaba el arrecife en recuperar las funciones propias de un ecosistema sano: captación de carbono (CO2), protección de la costa frente a las tormentas o proporcionar un hábitat a las especies marinas.
Evaluaron las 12 zonas restauradas cada vez que se cumplía un año más de su regeneración y compararon los datos de las capacidades que iban adquiriendo con los ecosistemas sanos de la misma barrera coralina.
Una recuperación increíble
El resultado fue que en los años siguientes al trasplante se triplicó la extensión de la cobertura coralina y el tamaño de las colonias de coral y, al cabo de cuatro años, “los lugares restaurados no se distinguían de los arrecifes sanos cercanos en todos los parámetros investigados”, explica una de las autoras, Ines Lange, de la Universidad de Exeter.
“Esto significa que, en solo cuatro años, los arrecifes restaurados crecen a la misma velocidad que los arrecifes sanos, proporcionan un hábitat similar para la vida marina y protegen eficazmente la isla adyacente las olas y la erosión”, agrega la investigadora en un comunicado.
“La velocidad de recuperación que hemos observado es increíble”, subraya.
“Es un descubrimiento esperanzador, que nos dice que si logramos mantener unas condiciones climáticas que permitan la supervivencia de los corales, es posible restaurar arrecifes muy dañados para que vuelvan a ser ecosistemas sanos y funcionales en poco tiempo”, afirma otro de los autores, Tim Lamont, de la Universidad de Lancaster.
Limitaciones
Una de las limitaciones observadas es que al ser los corales trasplantados de varios tipos de coral ramificado (los que mejor crecen en cultivo) el ecosistema que crece es fundamentalmente de estas especies, mientras que un arrecife normal combina los ramificados con otros corales en forma de roca e incrustantes.
“Esto puede afectar a la provisión de hábitat para especies marinas de mayor tamaño y a la capacidad de recuperación ante futuras olas de calor, puesto que los corales ramificados son más sensibles a la decoloración”, indica Lange, quien espera que, con el tiempo, “los arrecifes restaurados recluten de forma natural una mezcla más diversa de especies”.
Los autores coinciden en que la restauración de arrecifes no servirá para salvar aquellos que están gravemente amenazados por calentamiento global, hoy mismo de hecho se ha sabido la que la Gran Barrera de Coral australiana sufre su quinto blanqueo desde 2016 debido a la crisis climática.
Es necesario un estudio a más largo plazo para ver qué ocurre con el tiempo y en condiciones de estrés, pero los “resultados demuestran que la restauración puede aumentar la resiliencia de determinados arrecifes y devolverles funciones vitales para la vida marina y para las comunidades costeras a las que protegen”, apunta Lamont.
“Como suele ocurrir, no existe una solución única, pero esperamos que este ejemplo positivo sirva de inspiración para otros proyectos de restauración de arrecifes en todo el mundo”, concluye Lange.