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“Algunos me dijeron que se llamaba esta ave Inambu-apequia del campo, otros la llamaron Perdiz del campo; pero yo le conservo el nombre guaraní por el cual es más conocida. Ya he dicho que Inambu lo traducen Perdiz, y Tataupa significa fogón u hogar, con que viene a llamarse esta ave Perdiz del fogón”; y, en sus Apuntamientos, señaló:
“Los guaraníes le llaman ynambú tatáupá: significa ynambú del hogar, tal vez aludiendo a que se suele acercar a las casas campestres situadas junto a espesuras”.
Bertoni la catalogó como Ynambú tataupá, Ynambú kokué o de la chacra (Corrientes), e Ynambú chytâ (Brasil).
Azara anotó en el manuscrito: “Dos individuos he visto, uno vivo y otro muerto, describiré el mayor, porque el otro era mucho menor (en agosto), lo que me hace creer que el tiempo de su cría es en el otoño”; sin embargo, renglones antes, y después, se lee lo que sigue:
“Pero lo que yo he visto es que su natural es de perdiz sumamente arisco, que una señora del Paraguay tiene un año ha en su mismo cuarto una que, por más que la acaricia, jamás se deja ver de nadie, que solo sale para comer en la extrema necesidad y cuando nadie la ve, que corre mucho como Perdiz, cuya figura no es muy desemejante a la Perdiz roja, que cuando se echa a descansar, que es casi todo el día, lo hace doblando las piernas, descansando sobre el pecho, y levantando la popa circularmente como el Coque y Apequia”; y,
“Una noche fría hallé mis dos individuos echados sobre la estera de los pies de mi cama sin tener la cola levantada, cosa que admiré. Lo mismo noté otras noches, de que infiero no ser natural la postura de levantar la cola y cubrirse con ella (sin explicar, en este caso, cómo y dónde los obtuvo)”.
En sus Apuntamientos mencionó que él había:
“puesto varios adultos en mi cuarto, donde se escondían mucho, y no salían a comer cuando había gente”; y, que el padre Noseda:
“puso tres adultos en jaula por octubre y noviembre que cantaban, y en diversos días de septiembre del año siguiente dejaron caer tres huevos sin cuidar de covarlos, ni de hacer nido. Verdad es que no se les puso materiales”.
Nomenclatura
Sonnini afirmó que el Ynambú Tatáupá de Azara era una especie nueva; y, en efecto, lo era. Dicha especie fue clasificada en 1815 por Temminck con la denominación de Tinamou tataupa o Tinamus tataupa (actualmente Crypturellus tataupa) en su Histoire naturelle generale des pigeons et des gallinaces (3, pp. 590 y 752), a partir de las referencias de nuestro naturalista sobre ella.
El epíteto que le identifica corresponde al nombre guaraní que Azara le asignó.
Costumbres y nido
En cuanto a las costumbres y nido del Ynambu tataupa mencionó Azara:
“parece que vive cerca de los ranchos, entre las maciegales y matorrales, dicen que no va en bandas, que solo precisada vuela muy poco, que no sube a los árboles, que su nido es en el suelo, como [el] Coque [Ynambu kogoe (Crypturellus undulatus)] y [el] Apequia [Ynambu apeky’a (Crypturellus obsoletus)], en el cual pone de cuatro a seis huevos, cuyos pollos siguen también a la madre recién salidos del cascarón, que come lo que aquellas. (…) Me aseguran que cuando se pasa junto a su nido sale de él y enviste al pasajero arrastrando las alas, y que sus huevos son morados”; y, en sus Apuntamientos, agregó:
“Habita los bosques y selvas, y aún las quintas que tienen matorrales, masiega o pasto muy alto donde pueda ocultarse. Cría como los anteriores; pero sólo pone cuatro huevos morados brillantes, largos, agudos en sus extremos, más en el uno, y sus ejes dieciocho y doce un cuarto de líneas. Dicen que cuando se pasa junto al nido, sale la madre arrastrando las alas, y haciendo ademanes provocativos, para que la sigan y separar el objeto de sus temores. (…) No tiene diferencia sexual: va solo, y alguna vez suelen criar los pollos en las casas. (…) Su voz es más fuerte y brillante que en todos. No se reduce a un silbido: no sé explicarla sino diciendo, que comienza con un pí alto: que a los 8 segundos de tiempo da otro, y a cada segundo menos repite, hasta que apresurando así, acaba trinando, y en seguida dice dos o tres veces chororo. (…) Cuando se echa, apoya el pecho sobre el tarso, y agachando lo anterior del cuerpo, eleva la copa mucho más que la cabeza; y ensanchando las últimas plumas del cuerpo, las levanta semicircularmente manifestando por detrás el vientre, como si con esto intentase ocultar el cuerpo, y en efecto le oculta al que mira por detrás. En esta disposición hacen bella vista los timoneles inferiores, que son cóncavos inclinando la punta hacia arriba, y están bien matizados”.
Conclusión
Con esta especie se completa el número de las que fueron descritas en el Manuscrito que nos ocupa del cual, por los motivos que señalamos en las notas iniciales, nos servimos para reconocer la inmensa labor de don Félix de Azara; recordemos que esta serie de 127 notas solo abarca a las primeras 110 descripciones de aves, de las 448 que nuestro naturalista llegó a realizar y que publicó en sus APUNTAMIENTOS PARA LA HISTORIA NATURAL DE LOS PÁJAROS DEL PARAGUAY Y RÍO DE LA PLATA.