Los investigadores midieron tanto la abundancia de insectos como el número de especies diferentes presentes en varias regiones del mundo, comparando estas cifras con las de zonas vírgenes menos afectadas por el cambio climático.
El estudio, publicado en la revista Nature, concluye que el calentamiento global y el uso intensivo de la tierra no solo están afectando a la población total de insectos, que se ha reducido casi a la mitad, sino que también están reduciendo el número de especies en un 27%.
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“Las caídas son mayores bajo los trópicos”, declaró a la AFP la autora principal del estudio, Charlie Outhwaite, del University College de Londres.
La investigadora cree que el estudio puede subestimar el declive de los insectos en todo el mundo debido a la falta de datos en las regiones tropicales y a que en las zonas menos perturbadas, utilizadas como comparación, la huella humana ya es significativa.
Datos de 18.000 especies
Los resultados, en consonancia con estudios anteriores sobre el declive de las poblaciones de insectos, se basan en datos de 18.000 especies, recogidos entre 1992 y 2012 en 6.000 lugares.
“Los estudios anteriores fueron a pequeña escala, con un número limitado de especies”, aclaró la investigadora.
El nuevo estudio en cambio es “un análisis cuantitativo de la interacción entre dos motores”, el calentamiento y el cambio de uso del suelo, “sobre grandes conjuntos de datos globales”.
Frenar pérdida
La caída de cantidades de insectos, que son cruciales para la dieta de muchas otras especies, está teniendo consecuencias desastrosas.
Aproximadamente tres cuartas partes de los 115 cultivos alimentarios más importantes dependen de la polinización, como el cacao, el café y las cerezas.
Algunos insectos, como las mariquitas, las mantis religiosas y las avispas, también son necesarios para controlar otros insectos perjudiciales para los cultivos.
El estudio también muestra que los efectos combinados del cambio climático y la agricultura intensiva, incluido el uso generalizado de insecticidas, son peores que si estos dos factores actuaran por separado.
Una selva como terreno agrícola
Por ejemplo, incluso sin el cambio climático, la conversión de una selva tropical en terreno agrícola hace que la zona se caliente debido a la pérdida de vegetación que proporciona sombra y mantiene la humedad en el aire y el suelo.
Esta aridificación se ve reforzada por el calentamiento global.
Hasta ahora, la agricultura intensiva y la destrucción del hábitat han sido los principales impulsores del declive de los insectos.
En un estudio anterior, los investigadores estimaron que el número de insectos voladores había disminuido en un promedio del 80% en Europa, lo que había provocado un descenso de las poblaciones de aves.
Agricultura con menos productos
“No podemos seguir perdiendo especies sin provocar a la larga consecuencias catastróficas”, comentó Tom Oliver, de la Universidad de Reading, que no participó en el estudio.
El nuevo estudio sugiere formas de supervivencia de los insectos, como una agricultura extensiva con menos productos fitosanitarios y rodeada de hábitats naturales.